Estoy seguro de que te sonará mucho la expresión «estar a lo que estás». Tiene que ver con la gestión de la atención y es que esta es una manera muy sencilla de definir una de las esencias de la efectividad.
Tampoco se te escapará que en estas semanas, «estar a lo que estás» se ha convertido en todo un reto. Lograr este flow en el que rindes al máximo, estar con enfoque total y con toda tu energía en lo que sea que estés haciendo —obviando todo el ruido mental y distracciones que este provoca— es ciertamente difícil.
Un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Harvard demostró que es habitual que —aproximadamente— el 50% del tiempo estemos ocupados en nuestros propios pensamientos, rumiando. Estoy convencido de que en esta época tan revuelta e imprevisible, este porcentaje es mayor si cabe.
Quedar atrapado en los propios pensamientos, pensar demasiado (parálisis por análisis), o incluso, juzgarse a uno mismo por la irrelevancia de estos pensamientos. ¿Te suena todo esto?
¿Podemos hacer algo para mejorar esta situación?
También es conocido que la gestión de la atención es una muy buena manera de salir de este bucle. En el momento que nos focalizamos en algo, esta inercia a rumiar y/o al «vagabundeo mental» se relaja. Sin ir más lejos, este es el principio del mindfulness.
Y a pesar de que ya era conocedor de ello, casi por casualidad, recientemente lo he empezado a aplicar de manera consistente. Sin hacer —propiamente— mindfulness.
Hace unos días, mientras comíamos, mi mujer comentó «tengo la sensación de que durante el confinamiento todo sabe mejor». Y es cierto, comparto esa misma sensación.
Lo que ha pasado es que superado el bache de los primeros días —poco a poco— todo ha ido poniéndose en su lugar. Esta nueva rutina —para bien o para mal— más pausada, ha hecho que me permita —por ejemplo— «disfrutar» de preparar la comida y comer en familia cada día.
Si algo he aprendido estos días es a disfrutar de lo cotidiano. Mi vida está llena de pequeñas cosas que me hacen sentir bien. Sólo tengo que poner atención en ello. Se me ha hecho muy evidente que el frenesí diario al que me había acostumbrado repercutía directamente en una menor sensibilidad hacia estas cosas.
He reflexionado acerca de ello y he llegado a la conclusión de que —tal y como apunta Paul Dolan en Diseña tu felicidad— tal vez no prestaba suficiente atención a lo me hace feliz. Me ha resultado muy fácil identificar y hacer una lista de un buen número de cosas de este tipo.
De esta manera, mi antídoto casero para desacelerar consiste en focalizar mi atención durante unos instantes en algo que me produce bienestar —como puede ser por ejemplo abrir la ventana y respirar hondo, o charlar un poco con mis hijos, o pintar un rato un mandala—. Con esto, consigo relajar mis pensamientos y me resulta más fácil, acto seguido, «estar a lo que estoy», enfocándome de manera tranquila en ejecutar cualquier acción que tenga en mi sistema.
Esta práctica, combinada con pequeños descansos, se me ha revelado como una gran estrategia para gestionar mejor mi atención —y niveles de energía— en estas semanas tan raras.
¿También lo haces? ¿Te animas a probarlo? ¿Ya aplicas alguna estrategia? ¡Anímate a comentarlo!
Photo by Jordan Hopkins on Unsplash
La entrada Cómo gestionar tu atención en tiempos revueltos se publicó primero en Efectivitat.