Una de las mejores formas de preparar un terrorista es la receta de Barack Obama Aquí te enseñamos la receta para 8 porciones.
Ingredientes:
- 3 buenos intereses. Es importante que además de dinero haya religión y política
- 1 cucharada de Israhiel seco aunque siempre puedes aplastar la cabeza a un buen nacionalismo y el efecto es muy parecido.
- 10 cabezas nucleares para asegurarte que nadie en la zona mueva un dedo en caso de que no les guste tu receta.
- 1/4 taza de muy mala leche
- 1/2 pueblo, civiles evidentemente. También puedes poner un pueblo entero. Todo depende de lo grande que quieras hacer el plato.
- Ahora busca un país. Cualquier país te puede servir.
- Mucha guarnición. Un poco de ONU siempre queda bien.
- Mucha condena. Es fundamental condenar bien y no quedar como lo que eres un Puto asesino.
Preparación:
Precalienta el país a 175ºC aproximadamente.
Saca los dientes y los ojos a los civiles del país que hayas elegido. Si no encuentras un buen país puedes consultar en la base de datos de la CIA. Recuerda que para que existan terroristas el primer terrorista debes ser tú. Piensa que es la mejor manera de obtener una pasta. Ahora perfora la carne del país por si hubiera petroleo, gas, incluso agua. En caso de encontrar algo importante, no se lo digas nadie y aumenta la temperatura del país a 200º. !No hay tiempo que perder! .
Recuerda que para que existan terroristas el primer terrorista debes ser tú.
Después con un cuchillo bien afilado, coloca allí el aceite de hiel, cuanto más contrastado sea el sabor mejor que mejor. Los ingleses hicieron muy buenos platos potenciando dos religiones distintas para la India y Pakistan y mira, ahora no pueden ni verse y se matan entre ellos. ¿Y todo por? !Muy bien! por las religiones. El plato terrorista de Extremo Oriente nos salió que ni pintado.
A mí personalmente me encanta el sabor de la hiel rociado con mala leche de Israel por ejemplo, para separar bien un país por la mitad. Eso sí, para platos así debes vigilar mucho el horno y tener una buena guarnición. Algunas veces la mala leche de Israel también crea buenos terroristas. Algo así, no obstante es muy complicado y sólo la CIA y el Pentagono son capaces de cocinar algo así.
Para darle todavía más sabor de terrorista a este País, reboza a algunos cabecillas con algo de pasta. Así, el país se corrompe mejor y muy importante los terroristas no se mueren de hambre.
Ahora coloca el país en el horno. Cocina hasta que desaparezca cualquier vestigio de racionalidad en el centro, lo que tomará alrededor de 15 o veinte años. Cada tanto, vierte los jugos de algunas matanzas en la asadera sobre el centro de el País que poco a poco verás que va perdiendo su forma. Cuanto más diseminados estén los trozos del País más terroristas encontrarás.
El toque maestro
Un buen cocinero sabe incluso separar los trozos diseminados de un país y conseguir que puedan pelearse entre ellos. Mira el caso de los Chiitas y Sunitas en Irak y el de católicos y protestantes.
Cuidado
Es muy importante que no todo el país esté muy cocinado. Podrían darse cuenta y suicidarse todos, por ejemplo y te quedas sin terroristas. Acostumbra a dejar siempre un hilo de esperanza, así conservas una buena cantera de personas que cuando necesites podrás calentar bien al horno y disponer de nuevos terroristas.
!Y ya está listo para servir!
Ahora ya tienes un un buen plato terrorista listo para servir a la opiníon pública.
Los postres, vinos y licores
Ellos mismos te pedirán a gritos los postres (que es donde realmente está el dinero, ya sabes) y las bebidas. Buenas botellas de fuerzas policiales anti terroristas, cajas de puros y arsenales militares, y todo ello regado con los mejores y más caros servicios secretos. Es vital que no utilices los postres y vinos para mejorar la vida de la población del país que has cocinado. Deja que la corrupcción y la delicuencia campe a sus anchas.
Los comensales
Y preguntarás, ¿y un plato así quién se lo come? Pues los mejores comensales son los europeos. Europa se come todo por repulsivo que sea. El comensal europeo no tiene nada, excepto: ganas de comer bien y algo de cultura (un tipo de grasa animal que suele alimentar mucho el ego). Nosotros cocinamos, con ayuda de nuestros pinches ingleses y toda Europa come en nuestra mano. El comensal europeo come bien y paga mejor.