Por fin, ya está. Qué ganas tenía de poder presentaros mi última creación. Y qué será...
¡Esta fantástica mesa!
De base, disponía de unas patas de forja sucias, oxidadas... pero que podían dar juego para hacer algo bonito.
Este tipo de patas pedía un sobre macizo y sólido, así que se me ocurrió utilizar uno de los lados de una bobina que me había sobrado de un reloj que hice anteriormente ( aquí podrás ver el reloj).
Pero no quería hacer la típica mesa redonda de bobina. Además las patas pedían un sobre rectangular.
Así que tocaba medir, marcar y cortar las piezas que conformarían el sobre de la mesa.
Para unir las piezas, utilicé tres listones que harían la función de punto de unión entre el sobre y las patas. Estos irían colados y tirafondeados.
Lo siguiente fue lijar y barnizar. Ya tenía lista la encimera de la mesa. Manteniendo el aspecto de una bobina pero con un toque industrial y una forma distinta a la que estamos acostumbrados a ver en mesas hechas con bobinas.
Ahora tocaba trabajar en las patas.
Un buen cepillado con cepillo de acero, Y después de quitarle las partes feas y sucias, lo lijé a fondo. Pero en el resultado final quería que mantuviera los toques de óxido para darle un aspecto más industrial. No quería unas patas negras impolutas.
Aquí os dejo algunas imágenes donde se aprecia el resultado tras barnizarlas. Quedaron genial...
Ya sólo me quedaba unir las dos piezas. Para ello le hice unos orificios pasantes a las patas para fijar la encimera con unos tirafondos.
Así ha quedado esta impresionante mesa. Una señora mesa. Sólida, resistente y preciosa. Aquí algunos detalles más...
Encantada es la palabra para describir cómo me siento con el resultado. Un trabajo duro pero muy muy satisfactorio.
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Hasta pronto.