Cómo heredan los niños la ansiedad y depresión de sus padres

Por Davidsaparicio @Psyciencia
Ansiedad / Shutterstock

Las personas con trastornos de ansiedad o depresión tienen mayores probabilidades de engendrar niños con temperamentos extremadamente ansiosos (es decir que sus reacciones a posibles amenazas van a ser más pronunciadas). Dicho temperamento será un factor de riesgo para desarrollar trastornos de ansiedad o depresión (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7).

Según una investigación reciente, una red de áreas cerebrales hiperactivas es clave en cómo los niños heredan ansiedad y depresión de sus padres.

La red esta compuesta por tres regiones en el cerebro que trabajan juntas para controlar la respuesta de miedo.

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Los genes que pasan de padres a hijos influencian la forma en que estas regiones funcionan juntas, según los hallazgos del estudio.

El Profesor Ned Kalin, uno de los autores del estudio, dijo:

“La hiperactividad de estas tres regiones se debe a alteraciones cerebrales heredadas que están directamente vinculadas al riesgo posterior de desarrollar ansiedad y depresión.
Este es un gran paso para la comprensión de los fundamentos neuronales de la ansiedad heredada y nos comienza a dar objetivos más precisos para el tratamiento.”

Las conclusiones se desprenden de un estudio realizado en monos rhesus, cuyos cerebros son similares a los de los humanos. Se les realizaron escaneos cerebrales y también se utilizó información genética, dando como resultado el descubrimiento de las tres áreas cerebrales involucradas.

Las regiones en cuestión se encuentran en el tronco encefálico, la amígdala y la corteza prefrontal.

Si bien sabemos que la respuesta de miedo es clave para la supervivencia de un ser humano, ya que nos alerta de posibles situaciones peligrosas, esta hiperactividad en los tres circuitos cerebrales es problemática y puede resultar en depresión y ansiedad.

El estudio no solo nos ayuda a comprender mejor el desarrollo de la ansiedad en relación a los genes, sino que también tendrá implicaciones en los tratamientos.

Fuente: Psyblog