Revista Arquitectura

¿Cómo incorporamos las teorías feministas a las prácticas urbanas?

Por Paisajetransversal @paistransversal

¿Cómo incorporamos las teorías feministas a las prácticas urbanas?

La perspectiva de género ha logrado, además, atravesar distintos ámbitos, disciplinas y áreas de aplicación, tanto en la teoría como en la práctica, modificando conductas, sensibilidades, preocupaciones y abriendo un amplio canal para la investigación y la transformación.


En este contexto, nos preguntamos si el urbanismo, como disciplina, y las/os urbanistas, como técnicas y profesionales, estamos preparadas para responder desde la práctica de nuestra profesión a este cambio de paradigma. ¿Estamos siendo capaces de plantear modelos de ciudad y procesos de transformación urbana que recojan una nueva forma de entender y trabajar la ciudad? ¿Cómo incorporamos las teorías feministas a las prácticas urbanas? ¿Contamos con las herramientas técnicas necesarias para trabajar el territorio desde la perspectiva de género?

Por supuesto, no hay que olvidar que el urbanismo feminista no es una novedad; son muchas las teóricas y urbanistas que llevan años trabajando en esta línea y, como aseguran Adriana Ciocoletto y Blanca Gutiérrez Valdivia, "las aportaciones teóricas de las teorías feministas y los estudios de género han empujado y contribuido a replantearse el modelo de ciudad occidental, principalmente de la segunda mitad del siglo XX, [...] poniendo en relevancia la experiencia cotidiana y planteando alternativas desde un punto de vista crítico al modelo del urbanismo funcionalista."

Debemos tener en cuenta el trabajo de distintas profesionales que han dedicado su actividad al urbanismo de género, produciendo metodologías y proyectos de referencia como Franziska Ullmann, Col·lectiu Punt 6, Zaida Muxi, Inés Sanchez de Madariaga, Hiria Kolektiboa, Gea 21 e Isabela Velázquez entre otras. Son grandes referentes y su papel como urbanistas destaca en nuestro país, tanto por su perfil profesional como por su potencial transformador.

¿Cómo incorporamos las teorías feministas a las prácticas urbanas?


Aprender sobre un urbanismo feminista

El urbanismo feminista nos ofrece una base teórica sólida desde la que entender y trabajar la ciudad, nos predispone a detectar desigualdades estructurales y carencias que se reproducen a distintas escalas en nuestros espacios públicos (y privados) y sienta las bases para una transformación integral.


Partimos de aceptar que el urbanismo no es neutro y que vivimos en ciudades diseñadas y planificadas desde una óptica androcentrista basada en las necesidades del hombre: un hombre adulto, occidental, trabajador, sano y en general, motorizado. Las ciudades modernas han tomado como modelo neutro y universal el cuerpo masculino, olvidando la presencia de otros cuerpos también presentes en la ciudad: mujeres, niños, mayores y distintos colectivos subalternos.

Se han generado ciudades preparadas para la vida productiva, pero que dan la espalda al ámbito doméstico o reproductivo, en las que han crecido los tejidos monofuncionales, desconectados entre sí, donde se ha dado prioridad al coche como modo de transporte, se han desatendido las necesidades de los cuerpos no normativos, etc. Frente a este urbanismo para un ´hombre tipo´, el feminismo propone colocar a las personas (múltiples y diversas) en el centro.

Así, algunas de las líneas que propone el urbanismo feminista son:

- Favorecer la vida cotidiana y su complejidad, con espacios de proximidad que nos permitan cuidarnos, relacionarnos y desarrollarnos tanto individual como colectivamente.

- Conseguir que en nuestros barrios quepan, no solo las actividades productivas y laborales, sino también las reproductivas, los cuidados y las actividades personales y comunitarias, fomentando los tejidos mixtos y las ciudades compactas.

- Analizar y repensar la movilidad, desde los modos y tiempos necesarios para desplazarse, la calidad y riqueza de trayectos, etc. Cuidar la conciliación entre actividades personales, productivas, reproductivas y comunitarias.

- Equipar y acondicionar nuestros espacios públicos para que puedan acoger personas diversas con sus actividades variadas, sin olvidarnos de las mayores, de niñas y niños... y de todas aquellas personas que puedan tener necesidades específicas.

- Acabar con los espacios que generan inseguridad y los espacios masculinizados que perpetúan las relaciones desiguales sesgadas por género.

- Plantear procesos de regeneración urbana que escuchen la experiencia de la vecindad, a través de procesos participativos inclusivos donde quepan las distintas voces, valorando las vivencias personales y visibilizando el papel que tienen muchas mujeres como ´expertas´ del tejido cotidiano.

- Combatir las representaciones sexistas en el espacio urbano y garantizar la presencia femenina en los elementos artísticos, culturales o de memoria histórica de los espacios públicos.

¿Cómo incorporamos las teorías feministas a las prácticas urbanas?

Hay que tener en cuenta, también, las aportaciones de todas esas iniciativas, corrientes de pensamiento y movimientos que, sin encontrarse a priori bajo el paraguas del feminismo, llevan implícitas posturas y posicionamientos alineados con la lectura de género -como el ecologismo, el urbanismo inclusivo, etc.-, en las que la perspectiva feminista ha podido estar presente aun pasando desapercibida.

Es interesante, pues, pensar en el feminismo en las prácticas urbanas como una corriente abierta e inclusiva donde pueden confluir diversos enfoques. Una corriente, además, con gran potencialidad para aunar e impulsar líneas de trabajo que llevan tiempo favoreciendo, desde distintas perspectivas, la transformación crítica de las ciudades para alcanzar un urbanismo centrado en las personas, disminuir la desigualdad urbana y el impacto ambiental.


Retos frente a las dinámicas del urbanismo tradicional

Uno de los retos a los que nos encontramos las urbanistas, a la hora de aplicar la perspectiva de género en los procesos de transformación urbana, tiene que ver con la inercia derivada de las dinámicas del urbanismo tradicional. El urbanismo feminista tiene el trabajo de analizar y cuestionar los vacíos que el planeamiento tradicional ha dejado y visibilizar las experiencias urbanas ignoradas hasta ahora -que tienen que ver, en muchos casos, con el desarrollo de las actividades cotidianas y la atención de la diversidad-.

Es imprescindible realizar un trabajo transdisciplinar -que vincule distintas administraciones, profesionales y sectores ciudadanos- y transescalar -siendo capaces de saltar de una escala a otra, desde el barrio al territorio, entendiendo la influencia que ejercen en la experiencia urbana las distintas herramientas de planeamiento-. La perspectiva de género en el urbanismo se comprende desde la experiencia en el ámbito de cercanía, desde la escala barrio, pero, como asegura Sara Ortiz Escalante, no excluye la lectura analítica de la estructura general.

Porque la perspectiva de género no puede ser un "apartado" de los diagnósticos urbanos. Las urbanistas debemos plantearnos su integración desde la base de los proyectos, entendiendo como una perspectiva verdaderamente integral, intrínseca al hacer urbano y transversal a las distintas fases de los proyectos. Como propone Lourdes García, "no se entiende el tema de género como un campo disciplinario en sí mismo, sino como una dimensión que atraviesa las distintas esferas de las relaciones sociales, y al hacerlo, las problematiza".

La participación se presenta en este urbanismo feminista como una práctica imprescindible, ya que es la que permite acercar la experiencia vivencial al método urbano. Realizar procesos participativos incluyentes, integrados y vinculantes, en los que las distintas voces, diversas y múltiples, tengan peso, es otro gran reto para este nuevo urbanismo. Para lograrlo habrá que trabajar las barreas que los roles de género puedan ocasionar, así como valorar cómo desde el papel tradicionalmente asociado a la mujer se desarrolla un conocimiento vivencial de las redes urbanas de proximidad.

Una vez asimilada la importancia de la experiencia cualitativa en los procesos de transformación urbana, otro reto es el plantear herramientas sensibles que nos permitan trasladar las aportaciones de la experiencia vivencial al ámbito técnico respetando su complejidad, de forma que ambas dimensiones, cualitativas y cuantitativas, puedan trabajar desde el feminismo y apoyarse mutuamente.

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Desde Paisaje Transversal

Desde nuestra oficina de innovación urbana, guiadas por la invitación del feminismo a analizar y cuestionar desde una óptica de género la propia práctica, llevamos un tiempo revisando nuestras metodologías y proyectos desarrollados. Nos interesa, por un lado, detectar vacíos y carencias heredadas y, por otro, analizar cómo el feminismo, implícito en nuestra forma de entender el urbanismo, se integra en nuestras prácticas. Queremos visibilizar y reconocer el poder del feminismo como palanca de cambio para transformar nuestras ciudades en lugares más habitables e inclusivos.

Nuestra metodología 'Escuchar para Transformar', basada en una mirada integral, compleja y participada, está fuertemente relacionada con un urbanismo feminista, así como la herramienta de auditoría InPar, utilizada en distintos proyectos para contrastar la visión técnica con la experiencia ciudadana. El cruce de la perspectiva técnica cuantitativa con la ciudadana cualitativa, es un aspecto fundamental a la hora de leer la metodología InPar desde la perspectiva de género, ya que permite integrar la experiencia cotidiana y vivencial, y consigue que ambas visiones se apoyen y completen. Es necesario, sin embargo, matizar y transformar algunos de los indicadores de sostenibilidad, cuyo sistema de cálculo pasa por alto factores que se contemplan desde el urbanismo feminista, cuestión sobre la que profundizaremos en futuros artículos.

Desde Paisaje Transversal, animamos a que se integre esta mirada en todos los procesos y en todos los sectores, para poder ensamblar mejor los conceptos y la mirada igualitaria. El objetivo, debería ser común: hacer mejores ciudades, esta vez sí, para todas y para todos.

Crédito de las imágenes
01, 02, 03 y 04 _ Fuente: Paisaje Transversal


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