En mi colaboración más reciente para Glocal Thinking, el blog de Meta4, escribía sobre cómo afecta la robotización a tu trabajo.
Si tú también crees que no te va a afectar a corto plazo, te recomiendo que lo leas.
En ese post planteaba cómo desarrollar las 10 competencias con mayor demanda global en 2020 puede ser la mejor forma de mitigar la amenaza de la robotización.
¿Por qué? Porque estas competencias reúnen simultáneamente tres características que las hacen únicas:
- Su demanda es creciente, y lo va a ser aún más en un futuro próximo.
- Son «atemporales», es decir, su valor va a seguir manteniéndose alto en el futuro, a salvo de modas pasajeras.
- Son intrínsecamente «humanas» y, por consiguiente, de las más difíciles de emular por un robot.
Desde hace varios años, en las reflexiones finales de nuestros cursos y programas para la mejora de la efectividad personal con GTD®, compartimos estas competencias con las personas participantes en la formación, y les preguntamos si encuentran alguna relación entre desarrollar su efectividad personal y el desarrollo de alguna de estas otras competencias.
La respuesta que nos encontramos es siempre la misma: «sí». No contentos con ella, seguimos indagando: «¿con cuál o con cuáles en concreto?». Entonces, alguien dice una cualquiera de las competencias. Enseguida otra persona señala otra competencia distinta. Esto sucede un número de veces que varía de unas formaciones a otras, pero siempre termina igual, y es con una persona diciendo: «bueno, en realidad con todas ellas».
Nosotros en OPTIMA LAB estamos 100 por cien de acuerdo, y por eso afirmamos que el desarrollo de la efectividad personal como competencia transversal es una necesidad fundamental para cualquier profesional hoy día.
Porque, además de ayudarte a vivir y trabajar mejor, sin estrés, enfocándote en cada momento en lo más relevante, te va a ayudar a desarrollar las competencias profesionales con mayor demanda global, algo que sin duda puede marcar la diferencia en un mundo en el que el puesto de trabajo ha muerto y lo que se demanda son «conjuntos de competencias».
Vamos a ver brevemente algunos ejemplos de cómo la efectividad personal contribuye al desarrollo de estas 10 competencias globales:
- Resolución de problemas complejos: Los problemas complejos se resuelven descomponiéndolos en otros menos complejos, hasta hacerlos manejables. Gracias a esta estrategia, los problemas dejan de serlo. Por eso en GTD® no hay problemas, solo hay proyectos.
- Pensamiento crítico: Entre otras cosas, el pensamiento crítico requiere manejar fuentes de información diversas y contrastarlas. La efectividad personal proporciona las herramientas para gestionar toda esta información de manera adecuada, y también los comportamientos para aprovechar nuestros mejores recursos mentales en los momentos precisos.
- Creatividad: Una mente llena de ruido, recordatorios y preocupaciones difícilmente puede ser creativa. Por el contrario, una «mente como el agua» es el caldo de cultivo idóneo para fomentar la creatividad.
- Gestión de personas: Dos de las principales claves para gestionar personas son la buena comunicación y el cumplimiento de compromisos. La efectividad personal ofrece hábitos y herramientas específicas para gestionar ambas cosas. Las diversas «agendas», la «lista a la espera» o la «lista de proyectos delegados» son excelentes ejemplos de ello.
- Coordinación con otros: Al igual que ocurre con la gestión de personas, la coordinación con otros requiere tener en cuenta en cada momento lo que tiene sentido tratar con un colectivo determinado y hacer seguimiento efectivo de todo ello, manteniendo siempre una perspectiva global. La efectividad personal ofrece estrategias concretas que hacen posible todo esto.
- Inteligencia emocional: La gestión adecuada de las propias emociones se ve fuertemente dañada por el estrés que impera en nuestras organizaciones. Un estrés que no solo nos daña personalmente a nivel físico y mental, sino que daña también las relaciones con las personas con las que trabajamos. Eliminar el estrés de manera radical, gracias a la efectividad personal, contribuye extraordinariamente a que mejoremos nuestra inteligencia emocional.
- Análisis y toma de decisiones: La esencia de la efectividad personal consiste precisamente en aprender a pensar y a decidir bien. Desarrollar la efectividad personal es gran medida aprender a analizar y a decidir de manera efectiva.
- Orientación al servicio: Es difícil centrarse en nada exterior cuando nuestro barco hace agua y se está hundiendo. Recuperar la sensación de control y desarrollar la perspectiva libera recursos para dedicarlos a lo que realmente aporta valor, que es ayudar a las personas. La efectividad personal es el camino para que este cambio se haga realidad.
- Negociación: Negociar requiere una combinación de muchas de las competencias que acabamos de ver. Una negociación puede ser un problema complejo que hay que descomponer en otros más sencillos. También hay que mantener el sentido crítico para analizar bien la situación y tomar las mejores decisiones. Con frecuencia requiere creatividad y, sobre todo si involucra a diferentes partes y se alarga en el tiempo, resulta fundamental coordinarse con otros y hacer gala de un alto nivel de inteligencia emocional.
- Flexibilidad cognitiva: Esta competencia nos dice que en lugar de empeñarnos en definir cómo tiene que ser el futuro, y luego intentar forzar que ese futuro se ajuste a nuestros planes, tenemos que desarrollar nuestra plasticidad mental. Esta capacidad es la que nos va a permitir aprender a adaptarnos de manera dinámica a los cambios y desviaciones que inevitablemente se van a producir y también a saber reaccionar ante ellos con agilidad.
Metodologías como Agile y GTD® son los máximos exponentes actuales de esta competencia.
Ahora ya lo sabes. Si te preocupa tu futuro profesional, hay mucho en tu zona de influencia que puedes hacer.
Por ejemplo, ya has visto cómo la efectividad personal mejora tu empleabilidad. ¿A qué esperas para empezar a desarrollarla?