Tienen entre 20 y 29 años: nacieron a partir de 1982 y hasta los primeros años de los 90. Son los jóvenes empleados de hoy y los futuros dirigentes del mañana y, sobre todo, son trabajadores con una filosofía completamente diferente de trabajo.
No son comos sus padres, para quienes la fidelidad a la empresa era incuestionable. No creen en los horarios eternos, en el trabajo por encima de todas las cosas, defienden la flexibilidad y la creatividad y se muestran muy atraídos por nuevas formas de trabajo, como el coworking o la movilidad. Y si son completamente diferentes para todas esas cosas, también lo son para otras: la Generación Y, los también conocidos como millenials, es la abanderada del BYOD.
El bring your own devide, BYOD, es una nueva tendencia en el mercado de trabajo que consiste en emplear los dispositivos propios para el día a día laboral. No se trata de no tener un equipo adecuado en el trabajo para esa función: el punto nuevo está en que al trabajador le gusta más su propio dispositivo.
La libertad de elección de la Generación Y se ha cruzado con la bajada de precios y la subida de prestaciones de los equipos de consumo, que acercan al comprador de a pie terminales con características que antes sólo hubiesen estado a disposición del mercado business, potenciando que el equipo que unos tienen en casa sea igual y hasta mejor que el que tienen en la mesa de trabajo. El suyo le gusta más y además le da acceso a toda la parte relacionada con su vida privada, así que la Generación Y vota directamente por usar su propio dispositivo.
Los empleados señalan, como elemento determinante para defender el BYOD, el poder usar en todo momento sus aplicaciones preferidas, especialmente redes sociales y comunicaciones.
Los trabajadores también reconocen los potenciales riesgos. El 42% considera como tales la posible pérdida de datos y la exposición ante amenazas maliciosas, pero aún así no creen que se deba frenar el uso de estos terminales. De hecho, el 36% de los encuestados admitió que había ya infringido las políticas corporativas usando sus terminales. El 30% habría incluso usado ‘aplicaciones no autorizadas’.
Fuente:
Por Raquel Pico
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