Revista Historia
Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental
Thomas E. Woods J.R., Editorial Ciudadela
Descubra a la Iglesia como la principal impulsora del progreso de Occidente
La visión del mundo occidental hacia la Iglesia católica, en tiempos secularistas, no es favorable. Leyendas negras, imprecisiones históricas, ignorancia o mala fe nutren la opinión de muchas personas al afirmar que la milenaria institución ha condenado el progreso, las artes, las ciencias y ha sumido a las sociedades en el oscurantismo, contrarrestado a partir de la razón y de las luces que acabaron con la influencia de una Iglesia pétrea y supersticiosa; sin embargo, el espectador contemporáneo se sorprendería al conocer cómo la presencia de la Iglesia católica ha apuntalado muchos de los conocimientos, hechos y logros de los que gozamos actualmente y que, por ideologías y dogmatismos laicistas, se han empañado al afirmar una autoría secular de hombres y mujeres de fe católica.
Lo cierto es que sin la Iglesia, Europa no existiría como tal y por tanto tampoco la cultura occidental. Esta verdad, conocida por los estudiosos que no se acercan a los hechos con las anteojeras del anticlericalismo, no ha llegado al amplio público que sigue viviendo de los slogans que repiten los medios y cacarean los pedantes desde los púlpitos del resentimiento. Hacen falta obras divulgativas que den a conocer el papel decisivo del cristianismo. Estamos ante una de ellas.
Thomas E. Woods aprovecha las investigaciones recientes que empiezan a hacer justicia al pasado y ponen en evidencia que, sin el catolicismo, Europa no habría pasado del estado de barbarie. Para ilustrarlo sigue un método bien simple. Toma en consideración algunos puntos importantes: la ciencia, la Universidad, el Arte, la economía, el Derecho… y muestra como la Iglesia fue la matriz decisiva para su progreso.
Es cierto que la cultura occidental bebe también de otras fuentes, como Grecia o Roma, que fue una especie de cruce de caminos actuando de transmisora de los mejor de la cultura antigua, pero el cristianismo aporta un factor decisive.
Simplificando podríamos decir que libera a la razón y la conduce hacia lugares que pensaba imposibles. Es por ello que mientras la cultura china colapsa, a pesar de haber hecho algunos descubrimientos antes que Occidente, en Europa alcanza verdadera carta de naturaleza. Muy interesante es el apunte sobre el papel de la Edad Media al respecto.
Pero, además, ¿por qué el papado protege y alienta las Universidades? ¿Sabe alguien hoy que muchos científicos fueron religiosos o sacerdotes? ¿Se reconoce el papel de los monjes y los monasterios en la educación de lo que después sería Europa y que gracias a ellos muchas tierras baldías se volvieron cultivables? ¿Por qué se ignora que el Derecho internacional, de gentes en la terminología de la época, nació en la Universidad de Salamanca de la mano de sesudos dominicos? Estas y muchas otras preguntas dejarán de hacerse después de la lectura de este ameno e informado libro.
Lo recomendamos para el lector medio, pero especialmente para el estudiante que ha de soportar la vacuidad de programas, en algunos centros de enseñanza media. Una vez más la divulgación no significa pérdida de calidad en la exposición ni de rigor.
La civilización occidental nos ha dado el milagro de la ciencia moderna, la riqueza de la economía libre, la seguridad del imperio de la ley, un sentido único de los derechos humanos y de la libertad, la caridad como virtud, un espléndido arte y música, una filosofía fundada en la razón y otros innumerables regalos que la hacen la civilización más rica y poderosa de la Tierra. Pero, ¿cuál es la fuente última de todos esos regalos? El autor de varios best-sellers y profesor universitario Thomas E. Woods Jr. nos brinda la pospuesta respuesta: La Iglesia católica.
En Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental usted aprenderá:
- Por qué la ciencia moderna surgió de la Iglesia católica.
- Cómo los sacerdotes católicos desarrollaron la idea de economía libre quinientos años antes que Adam Smith.
- Cómo la Iglesia católica inventó la universidad.
- Por qué todo lo que usted ha oído sobre el affaire Galileo es falso.
- Cómo la Iglesia católica humanizó Occidente insistiendo en la sacralidad de toda vida humana.
Ninguna institución ha hecho más para dar forma a la civilización occidental que los dos mil años de la Iglesia católica, y en modos que muchos de nosotros hemos olvidado o nunca sabido. Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental es una lectura esencial para redescubrir esta relegada verdad.
¿Sabía el lector que uno de los principales renacimientos del conocimiento se dio durante el Sacro Imperio Romano Germánico? Más de uno quedaría sorprendido al conocer los principales cráteres de la Luna bautizados con los nombres de sabios e ilustres jesuitas quienes aportaron al mundo los conocimientos científicos fundamentales para la astronomía moderna.
Hoy, las universidades occidentales son los recintos del debate y de la sabiduría, lugares laicos iluminadores de la razón y destructores de los “dogmas” anquilosados; sin embargo, el germen de las universidades actuales tuvo su origen en las instituciones promovidas por el Catolicismo donde los Sumos Pontífices se convirtieron en mecenas para lograr el asiento de las artes liberales, de las humanidades, de la retórica, de las matemáticas, del derecho y de la economía.
Thomas E. Woods hace una recorrido por la historia de la Iglesia y de la humanidad descubriendo al lector los logros científicos, diplomáticos, literarios y arquitectónicos cuyo su origen fue el pensamiento religioso y talento de los hombres de Iglesia; otorga, por otro lado, elementos suficientes que analizan, de manera objetiva, la naturaleza verdadera de la condena de Galileo Galilei y cómo, a pesar de la censura, gozó del aprecio de los científicos eclesiásticos y de Pontífices por sus argumentaciones a favor del sistema copernicano.
El autor no duda en concluir que occidente sufre una “amnesia histórica”. Después de la lectura de Cómo la Iglesia católica construyó la civilización occidental, obra prologada por el arzobispo primado de México Norberto Rivera Carrera, no habría otra cosa que un mea culpa de occidente por haber despreciado los aportes del catolicismo de los que, de alguna forma u otra, disfrutamos actualmente y que, como afirma Thomas Woods, “la mayoría de la gente cree que los mil años que precedieron al Renacimiento fueron tiempos de ignorancia y represión…” esto es fruto de una cultura popular adversa a una tradición procedente de la Evangelización que proporcionó identidad cultural a los pueblos y donde la Iglesia puso en práctica los criterios de la inculturación que “contribuyó al desarrollo de las culturas nativas y nacionales”.