José Bretón
Estos últimos días, estamos todos estupefactos presenciando en todas las noticias, el juicio a José Bretón, presunto asesino de sus dos hijos, al parecer como represalia hacia su mujer, quien acababa de pedirle el divorcio. Los hechos ocurrieron el 8 de Octubre de 2011.
Cualquier persona en su sano juicio, a más a más si esta tiene hijos, sería incapaz nunca de entender como una persona puede llegar a cometer semejante atrocidad por simple despecho, e indudablemente un individuo que es capaz de actuar de semejante manera no tiene por menos que ser considerado como un psicópata, además de un criminal.
Imágen de Ruth y José
Si os digo que os imaginéis a un psicópata, seguramente que las primeras imágenes que se os vienen a la cabeza son de asesinos con armas, gritos tenebrosos, situaciones de suspense y colores oscuros y rojizos.
Esta es la idea general que se tiene sobre los psicópatas, pero ¿es así exactamente un psicópata?
Un psicópata no tiene por qué presentar siempre este tipo de imagen que nos proporciona el cine o la literatura, no necesariamente tiene que ser un asesino despiadado, ni tiene que presentar conductas violentas de manera continua. Por el contrario, puede mostrar una conducta seductora y encantadora si fuese útil para su objetivo.
En realidad, un psicópata es una persona a la cual le falta la capacidad de ponerse en el lugar de los demás, es decir, carece de empatía, no sintiendo emociones por aquellas personas que le rodean. Son individuos que además no tienen remordimientos, por lo que el hacer daño a otro, ya sea físico o psicológico, no le genera ningún problema.
Pero, ¿qué rasgos definen a un psicópata?
Según Robert Hare, investigador en psicología criminal y profesor de la Universidad of British Columbia, aproximadamente un 1% de la población serían psicópatas, de los cuales la mayoría pueden pasar desapercibidos en la sociedad, llegando a pasar incluso por buenos trabajadores y directivos. Los psicópatas suelen tener un amplio repertorio de conductas, activando unas u otras, dependiendo del entorno en el que se encuentren, es decir, pueden llegar a ser tan camaleónicos como se propongan. Son como hábiles actores en su escenario, mostrando ante el resto de individuos, aquel personaje más acorde a su objetivo.
Podemos decir que son mentirosos encantadores, en los que en un principio se muestran como personas en las que podemos confiar, amables, con dinero pero que con el paso del tiempo tan solo nos han hecho introducirnos en su tela de araña, de falsas promesas y mentiras.
Otro rasgo que los caracteriza es su búsqueda constante de nuevos desafíos, a través de la cual consiguen subir peldaños es la escala social para conseguir posiciones más elevadas, y disfrutar así de más poder y posibilidades de manipular a los demás. Pero en ésta búsqueda, mantienen sus espaldas cubiertas, arriesgando en detrimento de los otros. Es decir, nunca arriesgan sus bienes o su posición, sino la de otros compañeros, familiares o personas. También suelen ser sigilosos en sus movimientos y suspicaces, moviéndose perfectamente dentro de la legalidad de las normas sociales aunque no las compartan, que no quiere decir que alguna vez no sean pillados en sus tretas manipulantes. Son individuos que no se responsabilizan de sus errores, ya que presentan dificultad en aceptarlos, por lo que no suelen acudir a las consultas psicológicas.
Actualmente no existe un tratamiento eficaz para este trastorno, ya que la mayoría de los especialistas dicen que su resocialización es algo difícil, aunque se están empezando a poner en práctica ciertos programas que muestran algo de eficacia en la reducción de la reincidencia. Estos programas se aplican en centros específicos, con un entorno muy estructurado y especializado.
C. Marco