Revista Cultura y Ocio

Como las olas del mar, que vienen y van

Publicado el 11 febrero 2015 por Lobanievo
Hola Milagros:¿cómo está mi dominicana favorita? Nosotros seguimos bien, pero la verdad es que desde que te fuiste, la clase está más sosa. Ya nadie grita "¡Yo!" cuando pido algún voluntario para leer, y en general se nota que falta el calor del Caribe por aquí. Vamos, que te echamos de menos.¿Y tú, qué tal estás adaptándote a la vuelta a tu país? ¿Te has reencontrado con tus amigos y familiares? ¿Has guardado definitivamente la ropa de invierno? A mí me das un poquito (muchito) de envidia, pues no me importaría nada de nada alejarme una larga temporada del frío y la contaminación de Madrid, del estrés de estar siempre en metro de un lado para otro, de las prisas, los madrugones a oscuras, el asfalto... Veo imágenes como estas:
Como las olas del mar, que vienen y vanComo las olas del mar, que vienen y van
Como las olas del mar, que vienen y van




y pienso: "Yo quiero estar ahí", aunque, por supuesto, ya sé que estas fotos, aunque sean reales, no representan toda la realidad de la isla. Pero en fin, que no quiero ponerme ahora a hacer un análisis político y social de tu preciosa tierra, sino a darte ánimos, porque sé que las cosas, ahora mismo, no estarán siendo tan azul esmeralda como ese mar.
He tenido unos cuantos alumnos y alumnas como tú, que son trasplantados desde su país de origen cuando ya tienen hecha su vida allí (me refiero a abuelos y primos, novios/as, amigos/as, estudios, a veces hasta trabajo) y cuando llegan aquí les cuesta aclimatarse, lo encuentran todo raro, la gente fría y antipática, el instituto difícil (más que nada por distinto),  la comida insípida y las costumbres aburridas. Pero  como a todo se adapta uno, y como en todas partes hay personas buenas y divertidas y cosas positivas, al cabo del tiempo acaban sintiéndose casi como en casa, e incluso llega un momento en el que ya no quieren volver, porque ya han vuelto a echar raíces, y las han echado aquí. A unos les cuesta más, a otros menos, pero al final suele ocurrir así. Y entonces, cuando han decidido que tampoco se está tan mal por España, las circunstancias de la vida (normalmente las necesidades laborales de los padres) los obligan a trasladarse de nuevo y a tener que empezar otra vez en su país de origen o en otro distinto, como te ha ocurrido a ti. ¡Y qué duro es! Dices adiós a  esos amigos en los que ya confiabas sin saber si volverás a verlos, a ese instituto en el que ya estabas consiguiendo sacar buenas notas, a esos profesores que te habían cogido cariño, a tu casa, a tu barrio, a todo. No debe de ser nada fácil.
De todas formas, tampoco quiero ponerme sentimental y dramática (esa es mi vena, pero intento controlarla). Estoy pensando que lo más probable es que, como ya han pasado unos días, y como tú eres fuerte, joven, alegre y decidida,  quizás a estas horas ya hayas empezado a olvidarnos y estés tan contenta con este nuevo cambio en tu vida. Ojalá que así sea, pero por favor, nunca nos olvides del todo, y cuéntanos de vez en cuando cómo te va.
Te deseo toda la suerte del mundo. Y ahí va un beso muy grande para ti.
Como las olas del mar, que vienen y van

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