Hola amig@s me alegra mucho volver nuevamente a saludaros desde este pequeño rincón de la blogosfera y nada mejor que hacerlo con esta bella imagen del Río Guadiana camino de las tablas de Daimiel. Un río que aparecía y desaparecía por completo de la vista de los lugareños en algunos tramos de su recorrido constituyendo así un llamativo enigma en la antigüedad.
Pero la realidad es que este sistema hídrico no es una corriente subterránea, sino un hidrohumedal de descarga, un enorme sistema acuífero formado por estratos porosos de caliza que permiten su infiltración y acumulación en las partes más bajas del terreno donde se corta el nivel freático. En el lenguaje coloquial también se utiliza la expresión “como los ojos del Guadiana” para referirse a algo que ocurre sólo a intervalos irregulares, o cuando alguien aparece y desaparece de improviso.
A lo largo de la historia se han venido llamando “ojos” a estas zonas encharcadas de las que manaba continuamente el agua y que al estar libres de vegetación presentaban un aspecto mas oscuro, de ahí la analogía entre estos círculos que parecían unos misteriosos ojos que emergían a veces. Pero lo cierto es que el término “ojos” deriva de una confusión etimológica popular, ya que procede del arabe en el que la palabra ‘ayn’ significa tanto “ojo” como “fuente, manantial” por lo que originalmente lo que fue llamado las “fuentes del Guadiana” término convertido en los “ojos del Guadiana”.