El vestido es de raso de seda en un color entre púrpura y fucsia, escote palabra de honor adornado con unas ondas que son las que la traen de cabeza para poder colocarle una prenda de abrigo. Las opciones podrían ser:
- Con una chaqueta de punto de manga francesa, muy fina, sin cuello, en dorado. Con la única función de abrigar los brazos. Una gargantilla en dorado y esmaltes fucsias. Zapatos color champán y una cartera de mano en madera para neutralizar.
- Si hace más fresco, con una capelina de pelo en gris perla. Guantes midi de piel en azul noche y zapato de idéntico color. La cartera de mano, a tono el vestido.
- Y si me quiero coronar como mujer fatal, una chaqueta de corte esmoquin en negro. Con guante mini de piel en morado. Cartera de mano pequeña, en negro. Y los zapatos de tacón, en negro. Que sólo el vestido y los guantes tengan el protagonismo compartido.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: medias de rejilla. El vestido ya tiene superpoderes Gilda. No hace falta que lo evidencies más.
Por lo mismo, evita los guantes que suban más allá del codo. Cómo máximo que lleguen a medio antebrazo.
A veces el truco no está en combinar de manera arriesgada. En ocasiones con combinaciones más básicas pero con las prendas adecuadas, ya damos en el clavo.
Cuidado con los recogidos para las jóvenes, que pueden hacer mayor. Sin embargo, este vestido pide un recogido. Experimenta con las coletas, que este año son tendencia de nuevo, y dan un aire más fresco que los moños.
Los recogidos de trenzas no le van nada ni al corte ni al tejido. El romanticimos no se lo veo por ningún lado.
Si el dorado te da miedo, el cobre o el bronce son metálicos menos arriesgados pero que también pueden funcionar.
Lo encontrarás en: el vestido de Lily es de Ted Baker. La chaqueta, de Topshop.