Es difícil imaginar hoy en día el sector de la formación sin soluciones basadas en la tecnología. De hecho, en determinadas empresas hay situaciones en las que optar por este tipo de soluciones no son una elección sino una necesidad. Imagínate una empresa multinacional con miles de empleados que debe formar en una nueva normativa o procedimiento. La opción presencial sería inviable por muchas razones (incrementaría significativamente los costes, la logística y la temporalización, entre otros). Ahora bien, al margen de que a priori, las modalidades e-learning, mobile o blended sean más recomendable que otras, pocos cuestionarán la necesidad de evaluar la eficacia real de las acciones formativas que hayamos diseñado.
El problema de evaluar el impacto de la formación es que el resultado que se obtiene no siempre es visible y a menudo no sabemos qué variables medir más allá del ahorro de costes (comparándolo con el modelo presencial). Esta circunstancia hace que sea difícil defender el valor añadido de estos modelos más allá del aspecto económico. Por tanto, la medición del ROI ( return of investment - retorno de la inversión) es cada vez más importante para defender la idoneidad de esta modalidad si tenemos en cuenta que cualquier empresa que acometa una fuerte inversión deseará ver resultados tangibles que contribuyan al éxito del negocio.
Variables que debemos medir para calcular el ROI
La decisión sobre el presupuesto de formación de una organización debe ir de la mano de una serie de indicadores diana vinculados al negocio. Estos indicadores son los que permitirán valorar el impacto real de la formación y saber si los empleados han sido capaces de transferir los contenidos formativos a sus respectivos puestos de trabajo (el sueño de cualquier responsable de formación).
Algunos indicadores que podemos analizar para la medición del ROI son los que te indico a continuación:
- Reducción del tiempo de producción
- Disminución de los errores de producción
- Descenso del número de devoluciones
- Incremento de la productividad
- Mejora en la precisión
- Incremento de las ventas
- Reducción del gasto total
- Disminución del número de accidentes
- Incremento del número de envíos
- Mejora en la puntualidad de los envíos
- Disminución de costes operativos
- Reducción de quejas de clientes
- Mejora en el tiempo de respuesta a los clientes
- Innovación (en productos, servicios, procesos...)
Porqué no se mide el ROI
Excusas para no medir el ROI podemos encontrar un buen número de ellas. Si las analizamos con detenimiento verás que las razones que se esconden tras ellas están relacionadas con miedos personales y desconocimiento. Te detallo las más habituales y seguro que entenderás a qué me refiero.
- No quiero que evalúen mi trabajo. Muchos de los responsables de formación son los primeros que no tienen un especial interés en medir el ROI de los programas que ellos mismos han diseñado. El motivo es bien sencillo. ¿Qué crees que sucedería si los resultados son negativos? (miedo a perder reputación, presupuesto o incluso el propio puesto de trabajo).
- La medición del ROI incrementaría mi presupuesto de formación. Algunos consideran que el propio proceso de evaluación del ROI supondría incrementar los costes. Es cierto que el tiempo que se dedicaría a medir el impacto de la formación repercute económicamente pero no es tan elevado como para justificar el no hacerlo.
- Medir el ROI no me mola. Claro, lo divertido es diseñar programas de formación, identificar estrategias didácticas, integrar procesos gamificados, pero medir el ROI... menudo rollo.
- No lo considero necesario. Algunos tienden a pensar que la formación basada en el uso de la tecnología no debe ser cuestionada en el siglo XXI. Su impacto se da por sentado.
- Empezar la casa por el tejado. A menudo se intenta medir el ROI una vez que se ha implantado un programa de formación cuando lo lógico es que los indicadores que se usen para medir el ROI inspiren el diseño de ese programa de formación desde un principio. "Vaya, en ese momento no lo pensé".
- Medir el ROI es muy complicado. Muchos de los profesionales que se dedican a la formación tienen una especial aversión por los números. De hecho, para algunas personas, medir las variables implicadas en el ROI y convertirlas en dinero puede representar un auténtico problema. Solo con imaginarlo aparecerán estrategias de evitación.
- No tengo ni idea. Lógico, si no sé qué es el ROI o cómo evaluarlo, ¿cómo quieres que lo haga?
Conclusión
Es justo reconocer que los indicadores que mencionaba antes pueden sufrir variaciones no debido únicamente al impacto de los programas de formación. Es evidente que las mejoras en las condiciones de trabajo, la introducción de tecnología punta en la cadena de producción, etc. también juegan su papel. En cualquier caso, en la era del Big Data ya no valen ciertas excusas. La transformación digital en la que están inmersas todas las empresas (lo quieran o no) supone que la formación, especialmente la que se realiza a través de la tecnología, pasa a estar cada vez más conectada con los resultados del negocio. De ahí que también las analíticas de aprendizaje ( learning analytics) en la formación corporativa sean un aspecto que vaya cobrando fuerza, ya que ayudan a tomar decisiones estratégicas que tendrán su impacto en el ROI.
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