Revista Opinión

Como mejor proceda

Publicado el 22 noviembre 2012 por Miguelmerino

AL EXCMO. SEÑOR MINISTRO DE JUSTICIA DEL GOBIERNO DEL REINO DE ESPAÑA 

Yo, Casimiro Terrón Dosaguas, agricultor, de Cabeza del Jamelgo, domiciliado en la finca Ca Fermina de dicho término municipal y con D.N.I. 12.345.678-Z, ante usted comparece y como mejor proceda en derecho 

DICE: 

Que habiendo tenido conocimiento de la situación tan precaria por la que atraviesa el Ministerio de Justicia que con tan buen criterio usted dirige, me permito ofrecerme para solucionar en parte o en todo, si en mi estuviera, el problema de las tazas. Para ello le propongo lo siguiente: 

Obran en mi poder aproximadamente tres mil quinientas tazas, taza arriba, taza abajo, con el único defectillo de que son para zurdos. Proceden de una herencia de un tatarabuelo mío, que también fue abuelo del humorista Miguel Gila. Este buen señor se caracterizó por ser un inventor incomprendido que, entre otros inventos geniales como la radio en color, inventó y fabricó de su peculio particular estas tazas para zurdos, que no tuvieron en el mercado la acogida que merecían, seguro que en buena parte motivado por el boicot de las grandes multinacionales del sector, que verían en peligro sus pingües beneficios. 

Así mismo, poseo unas doscientas treinta tazas sin asas, también denominadas tazas de suegras. Seguro que usted conoce este dicho popular: Una taza sin asa me dio mi suegra, cada vez que reñimos, manda a por ella. La pobre taza, siempre está en el camino pero sin asas. Pues bien, como todo el mundo en el pueblo y alrededores sabe que tengo las tazas de mi antepasado, cuando se cansan de que la taza de la suegra vaya y venga, paran en mi casa y me la dejan allí. De esta manera tan tonta, tengo ya las doscientas treinta tazas que le menciono. 

Por último, pongo a su disposición otras quinientas veintisiete tazas de caldo. La adquisición de estas últimas, se ha producido por el sencillo método de no querer caldo. De esta manera, cada vez que no quería caldo, me daban dos tazas. Usted se preguntará: si le daban dos tazas, por qué tiene un número impar de ellas. Muy fácil, Excmo. Señor, se me hizo añicos una. 

Si mis cálculos no me fallan, que no me fallan porque los he revisado, pongo a su disposición cuatro mil doscientas cincuenta y siete tazas. Espero que con esto, quede surtido su ministerio de suficientes tazas para los cafelitos del personal y pueda usted derogar esa nueva Ley de Tazas que acaba de entrar en vigor y que tan revolucionado tiene al personal. 

Sin nada más que añadir y a la espera de haber sido útil a España, que es lo único que alienta este humilde ofrecimiento, quedo de usted su seguro servidor, que estrecha su mano. Ya sé que se abrevia: s.s.s. q.e.s.m. pero quería darle un poco más de cuerpo a la carta. Usted sabrá disimular.

   Firma y rúbrica 

   Casimiro Terrón Dosaguas


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