Revista Educación

Cómo ‘morir’ por Covid-19 sin estar contagiada

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Cómo ‘morir’ por Covid-19 sin estar contagiada

No suelo hablar de mi trabajo, la verdad, que no es lo mismo que no hablar de mi profesión periodística, de la que tantos lamentos he soltado y he leído por aquí en estos últimos años siempremedieros. Pero llevo casi 15 días en que mi vida es una obsesión diaria desde que el martes de Carnaval, un agradable festivo para buena parte de los canarios, comenzó así:

8:00 am del 25 de febrero. Abro un ojo y miro el reloj. Madre mía, ¡las 8!, qué maravilla poder despertarme a esta hora un festivo sin niñas llorando desde las 7. A continuación, acto ya reflejo, miro el móvil y leo un whatsapp del jefe: ¡llámame! Vuelco de estómago. Ipso facto llego al maldito titular Hotel de Tenerife, aislado con 1.000 turistas al detectarse un caso de coronavirus.

A partir de ese momento no voy a contarle mis batallitas, ni todo lo que he aprendido obligada por la situación sobre comunicación en situación de crisis, ni todas las llamadas de muchos periodistas que hacen muy bien su trabajo, ni todas las llamadas de periodistas que les cayó el tema encima y casi que es la primera vez que oyen los conceptos turismo, motor de la economía, reservas hoteleras...

Empieza la psicosis, los bulos corren como la espuma, tu madre te manda enlaces para que se los verifiques cual fact-checker, tú haciendo pedagogía entre los tuyos remitiéndolos a las fuentes oficiales, la prensa preguntando que quién paga la factura, la prensa preguntando que cuál es el impacto económico desde el minuto 1, tú pensando que ojalá tuvieras un botón en el ordenador al que apretar y en un minuto tener la estadística completa y matemática...

Se suceden los días y lees que ha muerto una mujer de 99 años por Covid-19 (¡coño, yo también quiero morirme a los 99); comienzan las medidas drásticas de algunos países; el móvil ya lo has cargado dos veces en un solo día; las confirmaciones de nuevos casos en Canarias llegan, primero lentas, luego algo más rápidas; caes encima a todo aquel que no va a las fuentes oficiales; piensas que ojalá esto se normalice; empiezan a colarse las teorías conspiranoicas de que el virus se escapó de un laboratorio chino; vuelves al mundo fact-checking y le dices a tu madre que no te mande más audios sin identificar, pero te dice que se lo mandó tu tía y que claro, que quiere saber; empiezas a toser y te miran mal a tu alrededor; caes redonda en la cama y piensas que no estaría mal estar unos diítas en aislamiento sin ordenador, un mando, Netflix y potajito de lentejas y galletas de mantequilla...

Y ya, cuando estás pasada de vuelta, empiezas con la risa floja a mandarle audios a tu grupo de whatsapp de Siempreenmedio, les pides a todos disculpas porque no has cumplido con tu última fecha de publicación y lo justificas todo en el pobre coronavirus. "Voy a escribir una chorrada sobre una muerte figurada por Covid19, que parece hasta el nombre de una mascota, sin estar infectada", te descojonas. "Pues ya lo tienes, no pienses más", te animan.

Fin.

Publicas el post y miras la imagen de microspopio de Covid19. Es hasta bonito...


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