Todo comienza cuando aparece un reto, cuando nos surge un problema o, simplemente, cuando se despierta nuestra curiosidad. En cualquiera de los casos aparece un desafío creativo, una semilla que, desde nuestro interior, pone en marcha nuestra creatividad. No obstante, esta creatividad es un proceso tan mágico que en ocasiones puede producirse sin pasar por este proceso de preparación.
Tras la aparición de este desafío se inician conversaciones dentro de nuestro cerebro por debajo del nivel de conciencia. Se agitan diferentes ideas generando procesos de asociación en lo que llamamos el período de incubación. Este período puede llegar a durar minutos, horas o incluso años. No es un proceso consciente y tampoco obedece a la lógica ni a la razón. En ello reside su misterio y su magia.
El resultado de esta magia es el momento de la revelación. Una epifanía que se produce en el consciente después de mucho tiempo de trabajo. Lo llamamos el momento eureka o el momento ahá. Un episodio que nuestro cerebro tiende a recordar con mucha intensidad y emoción.
Una vez que se ha producido esta revelación es necesario evaluarla, analizar si merece la pena llevarla a cabo. Esta es la decisión en torno a la cual se desarrolla el período de evaluación. En esta fase, el creador de la idea se enfrenta a sus inseguridades, a la incertidumbre, a las críticas propias y ajenas, y a toda una resistencia basada en prejuicios que pueden condenar la idea a no ser jamás puesta en marcha.
Si finalmente se considera que tiene sentido convertir la idea en una realidad se inicia la fase de elaboración. Es la más laboriosa, pues implica trabajar en su implantación. Para ello debemos de salir de nuestra zona de confort pues el proceso conlleva esfuerzo, cambio, motivación y la necesidad de convencer a los demás de su viabilidad. También requiere ciclos de prueba y error para pulir y mejorar la idea.
Pero no se tome las cinco etapas del proceso creativo de forma literal. No es un proceso lineal sino una secuencia que implica interrupciones y saltos, así como superposiciones entre las fases y bucles de prueba y error. Y recuerde que no todas las etapas están conectadas con la lógica, pues algunas están más relacionadas con la magia. Ahí es donde reside su belleza.
NOTAS
Puede encontrar las cinco fases del proceso creativo en la obra de Estanislao Bachrach Ágilmente. Está publicada por la Editorial Conecta.