
Ane Kurtz nos ha enviado esta dura, triste y a la vez hermosa historia para contarnos cómo llegó al colecho, como parte de la iniciativa Amo Ser Tu Almohada: 10 razones para practicar el colecho:
La verdad es que jamás había pensado dormir con mi bebé. Recuerdo que en una oportunidad, durante el embarazo, hablando con mi marido de que teníamos que ir a comprar la cuna, porque ya iba a nacer el bebé y aún no tenía cuna, él me dice “pero los primeros días puede dormir en la cama con nosotros” a lo que le respondo “¡Nooo!!! ¡Bebés en la cama no! Le podemos aplastar o algo así, es muy chiquito y muy frágil, mira ¿y si le pasa algo? Además después no la sacaremos nunca más. Los bebés tienen que dormir en la cuna.”¿Y tú? ¿Duermes con tus hijos? Cuéntanoslo y así entre todos animamos a más padres a salir del armario social en el que el colecho, lamentablemente, aún es tabú en occidente, a la vez que informamos a más padres que el colecho es una opción sana, instintiva, práctica y muy placentera para toda la familia.
Hoy recuerdo eso y me alegro muchísimo de haber cambiado de opinión. Aunque la verdad no fue tan sencillo.
Mi bebé nació por cesárea debido a embarazo prolongado (41 + 3) y ya que se presentaban signos de sufrimiento fetal. Durante la cesárea debido a una baja de mi presión arterial, me dormí, y no vi ni escuche nada. Cuando desperté estaban terminando la operación y me dijeron “te trajimos a la bebe para mostrártela pero dormías, ahora esta en neo en observación, en una hora la llevamos a la habitación con vos.” Un golpe durísimo sin dudas, pero no fue el único.
En la habitación el neonatólogo nos dice que estará 4 horas más en observación ya que aparentemente la bebé había tragado líquido amniótico. Más tarde nos cuentan que le detectaron una infección pulmonar intrauterina, cuyo cuadro era grave, y que estaría internada en terapia intensiva al menos 7 días. En ese momento fue que mi mundo se desmoronó. La conocí mediante una foto. Sólo a las 24 horas de vida pude ir a verla. La tomé en mis brazos por primera vez a los 10 días de nacida.
A los 11 días le dieron el alta y la llevamos a casa. Ese día fue el más hermoso de mi vida. No la podía soltar. Ella se durmió en mis brazos luego de haber tomado el pecho (mi alegría mayor aún) y se quedó “planchada”. Mi marido me decía “acostale en el cochecito para que podamos almorzar” y yo le respondía “No puedo. No puedo soltarla” En ese entonces lo único que podía hacer era acariciarla, sentir su olor, rodearla con mis brazos y disfrutar de tener a mi retoño de una vez por todas junto a mi. Yo sabia que el tiempo que habíamos perdido jamás lo podríamos recuperar. Pero aun nos quedaba toda la vida por delante y lo que se venia podíamos hacer lo mas placentero posible. Así pasamos todo el día, inseparables. A la noche por supuesto que no nos íbamos a poder despegar tampoco. Cuando me fui a acostar la puse suavemente al lado mío (ella ya dormía) y me acosté a su lado. Esa noche creo que no dormí. No podía sentir más amor y más felicidad de tener a mi bebé junto a mi.
Al otro día me puse a leer artícluos y blogs sobre el colecho y sus beneficios. Me encantó. Y pensaba ¿cómo puede ser que nadie me dijo eso antes? ¿cómo nadie me avisó que si no dormía con mi bebé me estaría perdiendo algo tan maravilloso?
No sé si hubiera aguantado y disfrutado tanto de la lactancia (y lo sigo haciendo) si tuviese que levantarme cada vez, darle de mamar y volver a acostarla rogando para que no se despierte.
Hoy ella tiene 6 meses y sigue durmiendo en nuestra cama, donde tiene calor, amor, y su alimento disponible cuando y cuantas veces quiera.
Más info:
- Amo Ser tu Almohada: 10 razones para practicar el colecho
- Colecho: Amo ser tu almohada :-)
- Colecho en múltiples: Experiencia de una madre de mellizas
- Lactancia Materna Nocturna y Colecho
- Métodos de Adiestramiento para el Sueño
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