Foto: Leticia Pérez / ICAL. Carmen Martín Gaite.
Crónica de Salamanca
De cómo una veterana y prestigiosa escritora española,contumazmente remisa a "presentarse" al Premio Planeta,recibió una oferta irrechazable para acceder a concursar y… ganar. Y de cómo la rechazó
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Sevilla. Finales del siglo XX.
En un restaurante se han reunido un grupo de amigos, escritores muchos de ellos, todos relacionados con la cultura, la intelectualidad, la docencia o la literatura. Entre ellos, una veterana y prestigiosa escritora española que se venía mostrando remisa los últimos años a "presentarse" al Planeta. Otro de los comensales es quien relató esta anécdota y al que, por razones obvias, mantendremos en el anonimato.
De pronto aparece por allí José Manuel Lara (padre); saluda a los presentes y se dirige directamente a nuestra protagonista. La charla es breve, amistosa, y no exenta del cierto tono imperioso muy del estilo del patriarca. En el momento de despedirse arroja sobre la mesa un libro, cuya portada luce el inconfundible diseño de los Premios Planeta. En él puede verse el nombre nuestra protagonista como autora, un título ficticio y el subtítulo de “Ganador del Premio Planeta año XXXX”.
El libro estaba en blanco.
Al despedirse, Lara se limitó a concluir:
- rellénalo.
Se ve que no lo rellenó, porque nuestra veterana y prestigiosa autora nunca ganó el Planeta. Y eso dice mucho de su independencia.
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Aquí terminaba el capítulo original, dejando a la curiosidad del lector descubrir la identidad a la protagonista. Pero por recomendación de una buena amiga editora, que tuvo la paciencia de ejercer su profesión antes de la publicación de este libro, no podemos dejaros con la duda: “no es justo para la mujer que hay detrás de la anécdota; merece que su nombre y méritos figuren de forma expresa”.
Unas pistas: Premio Café Gijón en 1954 con El balneario; Premio Nadal en el 57 con Entre visillos; Premio Nacional de Literatura en 1978 con El cuarto de Atrás; Premio Anagrama de ensayo en 1987 con Usos amorosos de la postguerra española; Premio Príncipe de Asturias de las letras en el 88; Premio Nacional de las Letras Españolas en 1994… Su obra es extensa y diversa: cultivó el relato, la poesía, la novela, el ensayo, la traducción y todo lo hizo bien. Añadan a la nómina Caperucita en Manhattan, Nubosidad variable, Irse de casa…
Como ella misma afirmó:
He vivido los cuarenta años con la suerte de poder hacer lo que me gusta, escribir, y con la suerte de que lo que escribo les gusta a mis lectores y alienta a los críticos. Lo veo como un milagro.Fue una mujer cercana, modesta, precisa, amable, independiente; formó parte, y fue acaso uno de los miembros más destacados, de la que ha dado en llamar Generación del 50, junto a Ignacio Aldecoa y su mujer, Josefina Rodríguez Álvarez, Alfonso Sastre, Carlos Edmundo de Ory, Rafael Sánchez Ferlosio (con quien estuvo casada muchos años), Juan y José Agustín Goytisolo, Ana María Matute, Carmen Laforet, José Ángel Valente, Gil de Biedma, Carlos Barral…
Siempre con ese gorro que formó parte de su aspecto los últimos años, con todos vosotros: Carmen Martín Gaite.
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• Javier Sanz, Rafael Ballesteros Díaz; Ni tontas ni locas. Cuando anónimo era sinónimo de mujer Ed. Oberon 2018
Prólogo de Elisenda Roca, Olga Viza, Estrella Montolío y Rosa María Calaf.
Ilustraciones de Xurxo Vazquez
• Javier Sanz, Rafael Ballesteros Díaz; Vuelve ni tontas ni locas. Mujeres sin preposición Ed. Oberon 2020
Prólogo de Ana Milán
Portada de Xurxo Vazquez