Muchas personas creen que el cerebro está sincronizado con los relojes artificiales que cuentan el tiempo en incrementos muy específicos, minuto a minuto. Pero un estudio de la UNLV muestra que nuestro cerebro no funciona de esa manera.
Al analizar los cambios en los patrones de actividad cerebral, el equipo de investigación descubrió que percibimos el paso del tiempo en función de la cantidad de experiencias que tenemos, no de algún tipo de reloj interno. Es más, el aumento de la velocidad o el rendimiento durante una actividad parece afectar la forma en que nuestro cerebro percibe el tiempo.
Los hallazgos se basan en el análisis de la actividad en la corteza cingulada anterior (ACC), una parte del cerebro importante para monitorear la actividad y hacer un seguimiento de las experiencias. Para ello, se pidió a los roedores que usaran su nariz para responder a una indicación 200 veces.
Los científicos ya sabían que los patrones cerebrales son similares, pero ligeramente diferentes, cada vez que se realiza un movimiento repetitivo. Al comparar los cambios de patrones a lo largo de la tarea, los investigadores observaron que efectivamente se producen cambios detectables en la actividad cerebral a medida que uno se mueve desde el principio hasta la mitad y el final de la ejecución de una tarea. Y sin importar cuán lenta o rápidamente se movieran los animales, los patrones cerebrales seguían el mismo camino.
Los patrones fueron consistentes cuando los investigadores aplicaron un modelo matemático basado en aprendizaje automático para predecir el flujo de actividad cerebral, reforzando la evidencia de que son las experiencias (no el tiempo, o un número prescrito de minutos, como lo medirías en un reloj) las que producen cambios en los patrones de actividad de nuestras neuronas.
Los investigadores descubrieron que, a medida que el cerebro avanza en una tarea que implica una serie de movimientos, varios grupos pequeños de células activas comienzan a colaborar, básicamente pasando la tarea a un grupo diferente de neuronas cada pocas repeticiones, de manera similar a como los corredores pasan el testigo en una carrera de relevos.
Estos hallazgos del estudio sobre la percepción del tiempo por parte de nuestro cerebro se aplican también a acciones basadas en actividades distintas de los movimientos físicos.
Al observar a los roedores que trabajaban rápidamente, los científicos también concluyeron que mantener un buen ritmo ayuda a influir en la percepción del tiempo.
El ACC está implicado en la mayoría de los trastornos psiquiátricos y neurodegenerativos, y es un área de concentración para los trastornos del estado de ánimo, el trastorno de estrés postraumático, la adicción y la ansiedad. La función del ACC también es fundamental para varias demencias, incluida la enfermedad de Alzheimer, que se caracteriza por distorsiones en el tiempo.
Desde hace mucho tiempo se ha vinculado el ACC con la ayuda a los humanos para secuenciar eventos o tareas como seguir recetas, y el equipo de investigación especula que sus hallazgos sobre la percepción del tiempo podrían caer dentro de este ámbito.
Si bien los hallazgos son un gran avance, se necesita más investigación ya que plantean algunos datos potencialmente útiles sobre la percepción del tiempo y su probable conexión con los procesos de memoria en la vida cotidiana de los ciudadanos comunes.
El estudio fue publicado en la revista Current Biology.