¡Hola a todos los que os dejáis caer por aquí!
Hoy analizaremos un dormitorio que comparte espacio con una zona de trabajo y veremos qué funciona y qué hay que evitar cuando decidimos dar distintos usos a la misma estancia.
En este caso se comparte zona de trabajo y zona de descanso; no soy partidaria de ello, pero cada cual pone sus normas en su casa. Aunque se trate de una habitación en la que las dimensiones lo permitan, hay que evitar a toda costa crear la sensación de dormir en la oficina.
Primera cuestión, ¿cómo decidir dónde colocar la mesa de trabajo? Es conveniente intentar que se cumplan las siguientes premisas: buscar una fuente de luz natural e intentar situarla a la entrada de la habitación, así evitaremos tener que recorrer la zona destinada a dormitorio si necesitamos trabajar.
En segundo lugar una decisión muy importante: debemos priorizar el uso principal que vamos a darle a la estancia. Por ejemplo, en este caso es conveniente que evitemos que los útiles de trabajo se extiendan por todas partes, ya que la sensación de caos nos evitará llevar a cabo la función principal de la habitación: descansar. Crearemos una zona de trabajo sencilla y básica con los útiles necesarios, que ni siquiera molesten visualmente. ¡Esta no tiene ni un sólo estante!
Por último, usaremos algún truco para diferenciar ambientes. En esta habitación se han servido de materiales y colores: madera oscura para las piezas en la zona de trabajo y textiles claros en la de descanso.
Tres sencillas pautas con las que conseguiremos tener un espacio de trabajo en la habitación sin que éste nos quite el sueño. Si tenéis curiosidad, aquí podéis ver más ejemplos de zonas de trabajo envidiables. Imágenes vía Alvhem.