Como papel quemado en la hoguera lenta,
me consumo sin llama.
Me descompongo entre naranjas y grises,
ajeno al malestar de la leña prendida,
distante de un calor que pare mí no existe.
Sintiendo el dolor de no ser frío ni caliente,
flamable circundante en monotonía,
termino sumido en una hoguera decadente.
Necesito la luz como ella a mí me necesita,
borracho de cenizas, entre lecturas tristes,
sigo en una tiniebla ennegrecida,
rodeado de un amor imperceptible.
Abogo por la prisa entre las llamas,
prefiero celeridad en el asesinato,
a regodeamiento y lenta tortura.
Abjuro de infiernos manipulados,
que nadie abdique de sus responsabilidades,
que cada cual asuma las cruces que le correspondan,
que no hay mayor locura
que la estrechez de hipócrita mirada
que busca únicamente su propio beneficio.
Renuncio de los árboles a los troncos
y a los arbustos y a las piñas,
no quiero papel ni cartones en mi lumbre.
Si ardo que sea en beneficio de lo justo,
que alumbre mi brillo algún camino nuevo
o por lo menos dé calor a un grupo.