Revista Ciclismo

Cómo perder el miedo en los descensos

Por Rafael @merkabici

Estás como un toro, llevas un control de tu peso a rajatabla, sin un gramo de grasa de más, con buenos entrenamientos a tus espaldas. Así, en la marcha cicloturista de hoy has salvado el puerto más duro sin demasiadas dificultades, lo que te permite soñar a lo grande antes de cruzar la línea de meta.

Pero eres miedoso, no puedes evitarlo… ahí llega el temido descenso. Mientras la mayoría de corredores quiere terminar la infernal escalada y encarar el descenso, a ti te gustaría que la ascensión durase otros 20 kilómetros.

Vean este ejemplo: en el Tour de Francia de 2013, la primera etapa de montaña constaba de 200 kilómetros, subiéndose el durísimo Pailhères (donde atacó Nairo Quintana) seguido de un rápido descenso para luego ascender Ax-3-Domaines. En la cima de Pailhères, el excelente escalador francés Thibaut Pinot aguantaba sin problemas con los mejores. En el descenso desapareció sin dejar rastro, por culpa de sus temores. En 2014 Pinot aprendió la lección, perfeccionó su técnica, dejó atrás sus miedos y fue tercero del Tour y mejor joven.

Con este post, vamos a intentar ser todos un poco Thibaut Pinot.

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Testimonio ciclista: “llega una curva, a esta velocidad no puedo cogerla, tengo que frenar, frenar… las zapatas se calientan, pasa la curva, llega una recta, la bici coge velocidad, frenas a trompicones para no reventar la rueda, y te empiezan a adelantar un rival, otro, otro, otro….”. Adiós etapa, y lo peor: estás sin nadie alrededor que te pueda ayudar.

Qué puedo hacer?

El miedo
El miedo no lo provoca el descenso en sí, sino la interpretación que tú haces de lo que puede pasar. Se conoce como fobia: uno no tiene miedo a los aviones, tiene miedo a la posibilidad de estrellarse, y eso le genera ansiedad. La sensación de descontrol. Con la bici, lo mismo. La velocidad, la inclinación al tomar una curva y el coger algún pequeño bache puede provocar cierta inquietud, ese gusanillo del que he hablado antes, pero si te gusta bajar pensarás “qué deleite”, mientras que si tienes miedo el pensamiento sería algo así como “adiós mundo”.

Se trata de pensamientos que hay que ahuyentar con la práctica. Y la práctica se gana entrenando, por un lado, y controlando los nervios y las emociones por otra parte. Un verdadero trabajo físico y psicológico.

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Al tomar una curva e inclinarte, puede que el miedo aumento por pánico a darse un trompazo; eso hace que también aumente tu tensión muscular y con los contraídos será más difícil controlar tu bicicleta a 70 kilómetros (¡o más!) . Por otro lado, el miedo estrecha tu foco de atención (lo que se llama “visión de túnel”): estás tan preocupado por no caerte que te fijas más en la cuneta que en la trazada natural de la bici. Y al final te caes.

Cómo combatirlo

Los miedos se afrontan, no se rehúyen. Si uno tiene fobia a volar, ha de coger el avión más a menudo. Si uno tiene fobia a los descensos, ha de afrontarlos. Eso sí, todo tiene que hacerse con precaución, y probablemente las primeras veces frenarás más de la cuenta y seguirás bajando despacio. Poco a poco.

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En cuanto te asalten los pensamientos que provocan el miedo, cámbialos por otros que te hagan sentir mejor. Sustituye el “me voy a caer” por el “voy bien” y mantén la atención en la trayectoria correcta, sin desviar la vista a la cuneta. Insistimos con la precaución: no asumas riesgos y trata de entrar lo mejor posible en un par de curvas al principio. Luego en cuatro. Luego en ocho, luego en todo el descenso.

La mente se entrena igual que el cuerpo, a base de ejercitarla. La memoria no viene sola, se practica. Los descensos son iguales.


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