Revista Moda
Hola! Aunque estamos en invierno, no viene mal leer algo refrescante aunque esté vinculado a una piscina con sus consiguientes reminiscencias hacia el verano.
Me considero una persona adulta y, en líneas generales y normalmente, se cómo comportarme. Sin embargo, os quiero contar una anécdota divertida que me ha pasado estas Navidades y que tiene que ver con una piscina (climatizada, por supuesto), y que no se qué se me pasaría por la cabeza para convertirme en un momento en una perturbada.
Estas vacaciones decidimos dedicar un día a la relajación y fuimos a disfrutar del circuito Máximo Relax del Balneario Cervantes (en Ciudad Real), que incluye la piscina activa, escenario de mi locura momentánea. Y todo fue porque me regalaron varios productos de la gama body de Nuxe, que me encantan, y quería llenar mi cuerpo de sensaciones olfativas, hidratantes y reafirmantes.
Como podéis apreciar, una maravilla de sitio y de lo más tranquilo y apacible.
Bien, ya empecé mal porque no se qué motivo tendría para ir a relajarme a un balneario con un bañador de lentejuelas, como si me fuera a un resort de Las Vegas. En cuanto me quité el albornoz con un porte lo más aristocrático que pude, todos los ojos se dirigieron a mí. Unos cuantos elegantes pasos inspeccionando las instalaciones, el nivel de profundidad, los bordes… y de repente… ¡la bomba!
Visualizo a mi marido en busca de un aliado, quien me devuelve la mirada de forma cautelosa, levanto los pies del suelo y me ¡tiro de bomba!
Justo en el choque con el agua, me doy cuenta del sinsentido que acabo de hacer: una mujer oronda, brillante de lentejuelas, se tira –en un intento de bomba-, en la relajante piscina de un tranquilo balneario!
No necesito contar el tiempo que pasé debajo del agua ante la falta completa de mi discernimiento, y cuando estaba a punto de provocar un esguince a mis pulmones, salí de la piscina como una culebrilla bajo la mira de desaprobación de mi marido.
Toda mi áurea de chicismo desaparecida por arte de magia: los muslos enrojecidos, los ojos vidriosos, el pelo al más puro estilo de la niña de The Ring… Envuelta en una toalla emulando a Romy Schneider, me doy a la bebida de un zumo tratando de olvidar.
Descargo de responsabilidad 1: Ya en casa, mi marido me confesó que afortunadamente nadie me vio tirarme de bomba, aunque fue tal el estruendo que todos miraron sorprendidos.
Descargo de responsabilidad 2: También me dijo que ya no tenía edad de hacer el ballenato.
Hasta mañana!!
Imagen superior vía Beach4Good