Como ya les he comentado anteriormente, trabajo en un colegio, y aquí convivo con más de 3 mil niños diario, desde los 2 años 8 meses hasta los 19 años de edad.
Qué observo? Uf, si les contara! Entre todo lo que puedo comentar, es un tema que como mamá que ha decidido criar en apego, me resulta un tema con mucha contradicción: cómo ponerle límites a los hijos?
Obviamente entre tantos alumnos, uno observa de todo, desde los que realmente son bien educados y comportados hasta los que creen que uno está aquí a su merced sin siquiera merecer un “por favor” y un “gracias”. He visto cómo les hablan los hijos a los padres, con aquel despecho y coraje que no puede uno creer que un hijo lo pueda sentir por una madre… pero pues sí los hay!
He visto que los papás tienen muchos problemas para poner límites y establecer fronteras, y también he escuchado a los hijos que lo único que quieren es que sus papás les digan que “no”.
Por esto mismo me cuestiono mi manera de actuar con mi nena, cómo establecer un balance. Es una niña tranquila, no es la típica que hace berrinche en el restaurant o en el super y hay que salir de ahí con el niño en brazos ante la mirada de todos por el escándalo. Sí de pronto se hace notar y exige atención, obvio! Pero gracias a Dios (y supongo que a la educación que hemos decidido darle), es una niña que se siente amada. Sí le decimos que no a las cosas que no están bien, todavía no tiene un año y siempre da gracias (aunque yo no se lo recuerde) y el por favor y a lo entiende perfecto! (ese sí se lo recuerdo siempre todavía).
Pero por todo ésto, y porque sé que no soy la única mamá con estas dudas, les quiero compartir el punto de vista de la experta!
Poner límites
Cuando yo era niña, era el reinado de los padres. Toda su autoridad se hacía sentir sobre los niños y no había manera de discutir nada. El argumento era siempre, ¡Quiero que hagas las cosas así, simplemente porque yo lo digo y no hay discusión!
Cuando yo tuve hijos, fue el reinado de los hijos. Los educadores y formadores, se orientaron más hacia el respeto a los niños, a dejarlos expresarse, a que pudieran SER y a cuidar que no fueran a experimentar los traumas y las frustraciones que la educación autoritaria había producido.
Ahora observo, mamás y papás que adoran a sus hijos, pero que tienen miedo de poner límites. Es algo así como una línea muy delgada entre: “Hasta dónde le permito para que no se enoje y yo no me sienta culpable…”
Encuentro a papás agotados porque acaban convirtiéndose en los esclavos de sus hijos. No importa qué edad tengan ni unos ni los otros. Se reproduce en todos lados. Muchas veces los hijos se vuelven unos pequeños tiranos. Esto además causa problemas y tensiones entre los padres.
Yo he encontrado que lo que está por debajo de ese miedo a poner límites tiene muchas veces que ver con un miedo a que si lo corrijo o lo regaño, puede ser que no me quiera tanto… que no me considere tan buena (o), o que se enoje conmigo…
La buena noticia para todos los papás es la siguiente:
Poner límites le da seguridad a sus hijos!!!
Poner límites, le produce una frustración momentánea al niño o niña, pero lo contiene!!!
Poner límites, envía el mensaje de TE QUIERO!!!
Han visto ustedes a un niño(a) que hace un berrinche por horas??? Estoy amplificando, no son horas desde luego, pero sí puede ser algo muy largo! Qué está sucediendo con ese niño(a) a quien no se le detiene? Dentro de él o ella, va creciendo un enorme rencor hacia papá o mamá, empieza a desarrollarse una furia que no sabe cómo contener, porque nadie lo detiene!
Qué preferimos, parar el berrinche pronto y pasar a otra cosa, o dejarlo a que su sentimiento de enojo crezca y crezca? Desde luego que detenerlo!
Podemos decirle: “Entiendo que estés enojado(a), pero esto es lo que vamos a hacer ahora”!
Cuando decimos “Entiendo“, ayudamos a bajar la tensión y a que se sienta comprendido(a), y es diferente a si decimos: “Me tienes harta y no puedo entender qué quieres”!
Otro recurso fallido, es preguntar: Por qué hiciste esto? Si alguien nos pregunta a nosotros, por qué lo hiciste, lo más probable es que no lo sepamos, y tampoco nos sirve de nada saber: ¡porque quise hacerlo! La pregunta sería siempre: Para qué lo hiciste? Eso nos permite tener más elementos de análisis.
Queremos que la personalidad de nuestros hijos florezca y nosotros como padres no queremos impedirlo, queremos que sean felices, queremos que tengan tolerancia a las frustraciones, que no tengan miedos, que sean personas valiosas, que tengan seguridad en ellos mismos… y también como padres, queremos gozar de nuestras propias vidas, armonizando la educación de nuestros hijos con nuestro propio crecimiento personal, nuestro entorno, nuestras relaciones… queremos llegar a nuestro hogar y saber que hay armonía, que la convivencia es agradable… aprendamos entonces a poner límites razonables, de manera que nosotros queramos llegar a nuestra casa, que podamos convivir con nuestros hijos y que ellos florezcan y saquen sus recursos personales para ser felices en la vida.
Estoy segura de que ustedes conocen muchas personas muy valioso(a)s, pregúntense:
¿se formó en base a que nunca lo contradijeran?
Heidi Rangel Knoderer
facebook: psicoterapia.breve.online
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