Desde que viví en Dublín, bebo té con leche para desayunar y el día que no lo tomo es como que no arranco. Además, me suelo tomar otro después de comer y si llego pronto del trabajo, a media tarde cae otro.
Me acostumbré a ello, y desde entonces siempre tengo un armario repleto de diferentes tés. Ojo! también tomo "té de otros colores", pero del que soy verdadera fan es del negro.
Hoy os quería contar cómo preparo mí té con leche, una costumbre muy británica, por si alguien tiene curiosidad de probarlo pero no tiene claro cómo hacerlo. Ya os adelanto que mucha gente lo prepara de otras maneras, pero esto es ir probando y ver como nos gusta más, porque medio minuto más o menos, el orden de los factores, etc, sí cambia el resultado.
1. ¿Qué necesitamos?
- Té negro. Hay muchas variedades pero os recomendaría que para empezar cogierais un English Breakfast que no es muy fuerte pero tampoco es poca cosa.
- Agua hirviendo. Si puede ser embotellada, no del grifo, a no ser que viváis en plena naturaleza y os llegue agua de manantial, je je.
- Una taza muy bonita, sino, una cualquiera también sirve, jaja!
- Azúcar o edulcorante a mano, por si necesitáis arreglar el sabor.
2. ¿Cómo procedemos?
- Empezaremos poniendo a hervir el agua. Y cuando digo hervir, es hervir. Nada de "ay! ya está caliente, así vale". No. Hervir.
- Mientras el agua llega a ebullición, preparamos la bolsita de té, o el colador o lo que tengáis. Seguid siempre las instrucciones de preparación, por ejemplo, si no tenéis bolsitas, sino que tenéis el té suelto, no echéis y echéis la cantidad que os parezca. Puede ocurrir que esté demasiado fuerte, o demasiado flojo.
- Una vez el agua está lista, vertemos el agua hirviendo sobre el té en la taza. La llenaremos 2/3 de su capacidad y dejaremos la bolsita o el té el tiempo que diga en las instrucciones. Cuando conozcáis más el sabor del té sabréis que en 1 minuto ya os gusta el sabor que deja o que mejor preferís que transcurran los 4 minutos que dice el paquete. Lo que debéis saber es que nunca nunca debéis superar el tiempo máximo que diga el paquete porque entonces coge un sabor amargo muy malo y encima pierde propiedades.
- Una vez haya pasado el tiempo indicado, extraeremos la bolsita de té y añadiremos leche. La que queráis. Aunque con la leche mantequillosa que tomaba en Irlanda estaba buenísimo.
- Beberemos el té cuando no queme (obvio) y podamos decidir si le echamos azúcar u otro edulcorante.
- Sobretodo y muy importante, beberlo en una taza preciosísima, porque yo creo que está más bueno cuánto más bonita es la taza jaja!
- Es ideal beberlo mientras actualizamos nuestros blogs, o mientras vemos llover fuera. No hay nada más relajante que un té con leche en pleno invierno. Una delicia.
4. Otras maneras de prepararlo
- Si sois intolerantes a la lactosa podéis hacerlo con leche sin lactosa o bien probarlo con soja. A mi con soja no me gusta nada porque tiene demasiado sabor propio y cambia totalmente el sabor del té.
- Una vez leí, ya no se dónde, que antiguamente las personas de clase alta con vajillas más finas vertían antes la leche y después el té para que no hubiera tanto salto térmico y pudiese dañar la vajilla. Los pobretones con tazas no tan buenas, lo hacían al revés. De todos modos, hay estudios científicos que dicen que poniendo la leche antes que el té se evita que la leche se desnaturalice por la alta temperatura del té.
- También se dice que la leche le quita las propiedades al té negro y no lo hace tan saludable, pero esto ya es opción de cada uno.
Al final se dicen tantas cosas... A mi me encanta el té con leche y creo que deberíais probarlo. Después me contáis que tal y si os ha gustado o no. Espero que lo disfrutéis como lo hago yo.