A lo largo de los seis años desde el comienzo de este blog, en el que los principales protagonistas sois vosotros, he intentado sentar las bases de lo que podría llamarse el paradigma de las empresas saludables. He hablado de innumerables temas en los que he tocado muchísimos aspectos, con el fin de garantizar siempre, la salud de los trabajadores. En este post, voy a cambiar un poco el enfoque pues no voy a hablar directamente de lo que pasa dentro de nuestras organizaciones, sino que lo que hacemos fuera de ellas, influye, mucho, en el comportamiento, salud, física y psicológica, de todos nosotros.
Y esto es así porque el deporte además de los conocidos beneficios a corto y largo plazo para la salud global de cualquier persona, está directamente relacionado con las competencias profesionales (y también las competencias transversales) que el individuo ha de desarrollar en su quehacer diario. Así cada disciplina tiene unas virtudes en contraposición con otras actividades deportivas.
Aunque todos los deportes, traen consigo valores compartidos como la superación, el sacrificio y el compromiso de conseguir alcanzar unos objetivos, todas las disciplinas, tienen unos beneficios concretos y pueden proporcionarnos logros que van más haya de un estado de salud óptimo.
La clave del desarrollo de competencias profesionales estriba en conocer cuáles son sus variables de entrenamiento que manejamos en el día a día en ese deporte que practicamos. Así si examinamos el volumen de entrenamiento, la frecuencia (entrenamiento o de competición), el hueco que ocupa este entrenamiento con las otras actividades de ocio, familia, trabajo, etc.
Como dijimos, los beneficios de la práctica deportiva, a un nivel de ocio no competitivo, pasa no sólo por lo comentado anteriormente de la salud (mejora a nivel de los sistemas respiratorio y cardiaco), sino de las competencias laborales. Y esto las empresas lo saben e incluso apuestan por ello. Por tanto, no sólo es importante conocer que competencias se asociación directamente a mi práctica deportiva sino también, que entrenamos de manera consciente, programada y casi científica, para sacar a la luz cada día nuestra mejor versión de nosotros mismos.
Los departamentos de recursos humanos de las empresas, en los procesos de selección, conocen todo lo dicho anteriormente. Algunas de las preguntas que nosotros podríamos valorar como triviales, no lo son tanto. Y esto es así porque tras valorar la experiencia y la formación, pueden preguntarnos cuestiones como que tipo de actividad deportiva solemos practicar.
Uno de los deportes que está teniendo cada día más fuerza es el runnig, en la calle, parques o carreras trail (montaña). Incluso existen carreras que a la dificultad de los entornos con desniveles, más o menos técnicos, se le añaden obstáculos (atravesar neumáticos, nadar en aguas gélidas, charcos de barro, etc.) que dificultan el recorrido y pone a prueba la fuerza de los participantes. En este último se ven reflejados la capacidad de adaptabilidad, capacidad de improvisación y superación (adecuado en entornos con multitareas). Además, al ser un deporte muy popular, accesible por la poca inversión, hace que cada día se unan más personas, se organicen grupos de entrenamiento y por tanto se favorece que mejoremos en cuanto a nuestras habilidades sociales.
Y hablando de deportes en los que compartir actividad, hayamos los deportes en equipo, que traen parejos retos físicos y mentales, en los que la suma de esfuerzos permita alcanzar el éxito del grupo. Los deportes que se nos vienen a la mente son los más conocidos como el futbol, baloncesto, voleibol, balonmano, etc. El concepto de equipo se convierte en una variable vital. En este sentido, las empresas que incorporan empleados con este perfil deportista, buscan las competencias profesionales que en ellos se desarrollan: empatía, creatividad y capacidad de liderazgo grupal. Además, el carácter de los integrantes del equipo, pueden desarrollar capacidad de dinamismo y extroversión y por tanto podrían motivar a personas de su entorno y negociar pues contarían con habilidades comunicativas.
Deportes de moda sobre todo en gimnasios son aquellos que se desarrollan siguiendo un ritmo o coreografía musical, estaríamos hablando de las actividades dirigidas. Su razón de ser musical y aeróbica, incrementan la integración sensorial y motora relacionada con el ritmo y los compases. En este sentido, las competencias laborales van relacionadas con la capacidad de organización y la buena planificación de tareas.
Los deportes individuales muy técnicos como el esgrima, escalada, tenis o natación, tienen implícitas en su características, dominio, alto grado de búsqueda de perfeccionamiento. Las competencias de este tipo de empleados están relacionadas con la excelencia individual y un alto rendimiento profesional.
Otros deportes que están entrando con fuerza como el crossfit, una actividad que reúne en un mismo espacio movimientos aeróbicos con anaeróbicos de fuerza. El entrenamiento de fuerza requiere una coordinación intermuscular, pero también el activar de manera sincronizada varios grupos musculares para levantar más peso o aumentar la intensidad del entrenamiento. Esto requiere que la persona desarrolle capacidad de sacrificio, disciplina y responsabilidad. La capacidad de superarse constantemente hace que el entrenamiento de fuerza no sólo consiga mejoras a nivel estético, metabólico y estructural. Pero también notamos mejoría a nivel laboral.
Similares competencias al anterior, lo encontraríamos en deportes de resistencia como el triatlón, maratón, esquí de fondo, etc, pues son disciplinas que aunan una alta capacidad de resistencia mantenida de largo tiempo de duración, con la fuerza muscular y a su vez una resistencia mental a prueba de bombas. Se pueden considerar pues deportes completos.
Ya existen empresas especializadas en desarrollar competencias profesionales a través del deporte. Así ya se empiezan a realizar actividades físicas en los que participan los trabajadores, mandos intermedios o altos mandos algunas más lúdicas como el paintball, y otras más serias como ligas de futbol. Aunque diferentes actividades, todas parten de que se intenta conseguir unos objetivos muy definidos y que persiguen por un lado sacar a estas personas fuera de su entorno, elaborar estrategia con objeto de potenciar las competencias de los participantes. Así en competiciones por equipos se buscará mejorar la comunicación o elaborar estrategias para conseguir la victoria (trabajo colaborativo)
Paralelamente a lo mencionado en el párrafo anterior, se empiezan a realizar actividades en scape rooms, que aunque no se pueden considerar actividades físicas puras, si lo son como ejercicios mentales, donde la agilidad y el ingenio para resolver acertijos, muchos de ellos endiabladamente complejos, hacen que sean necesario un trabajo en equipo. De aquí que este tipo de juegos pueden servir para valorar destrezas de cada uno de los participantes como pueden ser la imaginación, lógica o la creatividad. Incluso algunas empresas serias de este tipo de actividades lúdicas, elaboran informes que después servirán a las empresas para mejora continua de aquellos aspectos menos potenciados de sus trabajadores.
No olvidemos que la innovación en el ejercicio físico puede ser el interruptor que active cambios de las personas, con el consiguiente reflejo en sus funciones desarrolladas en la empresa. Como hemos visto, el deporte ayuda en fomentar la comunicación, liderazgo, creatividad o ser más organizados. Todo dependerá del tipo de actividad que elijamos. El deporte no ha de ser únicamente el adquirir unas camisetas técnicas con el logotipo de la empresa o patrocinar al equipo de fútbol de turno. La pretensión principal de las empresas que fomenten y apuesten por el ejercicio entre sus empleados ha de ser un eslabón más para poder ser considera como una empresa saludable.
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