¿Queremos vivir en un mundo gobernado por unos cuantos millonarios que agotan los recursos del planeta para satisfacer sus insaciables apetitos? ¿Vamos a soportar más deudas, privatización y mercados al servicio de ladrones de guante blanco que actúan al margen de cualquier regulación? ¿Educaremos a nuestros hijos en un mundo donde menos del 5% de la población consume más del 25% de los recursos?
Las respuestas no las tiene Barak Obama, que sigue manteniendo como máximos responsables económicos de su Administración a los mismos que se perpetúan desde los tiempos de Reagan, a los ejecutivos de Goldman Sachs, Merrill Lynch y AIG, auténticos yonquis de poder, artífices de las manipulaciones que sostienen al capitalismo, pájaros de cuenta que se forran en cada desplome bancario. La respuesta no la tiene tampoco ningún otro político. La respuesta tampoco está en el viento. Nosotros tenemos la última palabra para exigir de inmediato un cambio de sistema que sirva para adueñarnos de nuestro propio destino y dignidad.