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Después de siglos "muertos", muchos de los ríos británicos fueron reestablecidos a condiciones que no se veían desde antes de la Revolución Industrial.
Un informe realizado por The Independent mostró que con inversión y consciencia social es posible recuperar un curso de agua.
Algunos de los ríos en el Reino Unido eran quizá poco mejores que las alcantarillas que se ven por las calles. Sumidos en la contaminación, habían quedado prácticamente inútiles; estériles y sin especies que pudieran sobrevivir en tales corrientes de suciedad. Parece una pintoresca fotografía del argentino Riachuelo, abandonado en promesas durante años, creído imposible de sanear.
En el mundo ha habido innumerables casos como este, empero, el esfuerzo y la lucha por recuperar algunos de los miles de recursos perdidos ya desde inicios de la modernidad, dio sus frutos.
Un ejemplo es el río Thames en Gran Bretaña, bien conocido por su pesca de salmones, que llegó a ser declarado "biológicamente muerto", sin dejar ver una cabeza de la valiosa especie en al menos 100 años.
Las cosas parecen haber cambiado rotundamente, mostrando que existe la forma de "volver a la vida" a los afluentes.
Acorde a cifras de la Agencia del Medio ambiente en el Reino Unido, la calidad de las aguas mejoró considerablemente en las últimas dos décadas, mientras que los incidentes por su contaminación, disminuyeron a más de la mitad desde el 2001.
Sin ir más lejos el año pasado, el Thames derrotó a mas de cien ríos alrededor del mundo llevándose el Premio Internacional "Theiss", que condecora los logros más increíbles en materia de restauración y recuperación de las corrientes. El río británico se ganó el asombro de los jueces especialmente por la introducción del tratamiento londinense de de aguas residuales, desalojando toda la basura concentrada.
Pero, ¿cómo lo lograron? Es claro que muchos de las corrientes en la región olían peor que un desagüe o una cañería. No obstante, sigue siendo posible.
Gracias a la inversión y a las normas impuestas por la Agencia del Medioambiente, los tubos de drenaje y los principales canales causantes de la mayor contaminación desviada hacia los ríos, ya son cosa del pasado.
Lo que es más, el hecho de que hayan desaparecido aquellas anticuadas fábricas, con esas viejas chimeneas humeantes que esparcían gases tóxicos a troche y moche, casi que solucionó el problema por completo.
Como resultado, la calidad de las aguas mejoró en todas partes, hasta los ríos asociados con grandes ciudades como Londres, Manchester o New Castle recobraron sus propiedades.
Sólo para dar un panorama de las mejorías, mientras que en 1958 una encuesta en la "Tower Bridge" no encontró especie alguna en el río Thames, en el último tiempo resurgieron unas 125 variedades.
Asimismo, el número de hábitats donde se producen nutrias ha aumentado en los últimos 30 años, luego de haber sufrido una catastrófica baja por la contaminación a causa de los pesticidas. El récord se registró en el aumento de casi un 60% en el período entre 2009/10, frente al 6% del lapso entre 1977 y 1979.
El nivel de químicos contaminantes encontrados en las aguas decrece año a año. Pero lo más satisfactorio, es que ahora existe una manera más de medir esta evolución, tangible a los sentidos; y es cuánta vida nueva se puede ver, cuánta vida nueva se puede encontrar, desafiando todos los pronósticos fatales.
Sería cuestión de imaginar cuáles especies podríamos descubrir y pescar en aquel Riachuelo si se hallara un nuevo modo de trabajar en ello.
Fuente: infobae.com