Salí de su casa de un portazo, nuestra relación hacía tiempo que había acabado pero aún tenía unos discos míos, nunca hablamos de quien se quedaba los discos pero aquellos eran de jazz, yo hice que le gustara y ella me dijo que se los quería quedar porque así me recordaría cada vez que los escuchara, me pareció bonito al principio, luego me pareció una manera retorcida de quedarse con mis discos, aludiendo a mi parte emocional que aunque aún no latente por ella, si por lo que fuimos y al final se queda con ellos, debería ser lo primero que se habla al iniciar una relación, ¿Quién se queda con los discos que compartamos? Firmado si hace falta, así luego no hay problemas, fui con mi mejor intención de hacer un reparto justo pero nos pusimos a hablar y salió el tema que más me incomodaba cuando éramos pareja, “Estás a punto de cumplir treinta años y no has hecho nada, no tienes un trabajo estable, no tienes ambiciones REALES de futuro, quieres vivir de un sueño, pero ¿y si eso nunca llega? No puedes seguir así siempre” Eso hizo en su momento que me desenamorara de ella, el que no tuviera la misma visión que yo de lo que es el sacrificio por tus sueños, ella decía que se alegraba por mí y quería que me fuera bien pero no creía en mí, y ahora que somos amigos más bien me cabreaba, yo le decía que si tenía ambición, una ambición muy grande, sí, por sueños nada realistas, pero que era mi vida y que lo iba a dar todo por ella, todo, y que sólo el hecho de tener un sueño digno por el que el que luchar, lo consiguiera o no, era más de lo que mayoría de la gente tiene, pero no lo entendía, nunca nos entendimos, y salí sin mediar palabra dejando mis discos allí, lo mismo lo dijo por eso, para que se me olvidaran e irme, pues lo consiguió y salí de un portazo y enrabietado, no puedo negar que cuando alguien te dice que no puedes conseguir tus sueños algo en ti se enciende, una especie de tristeza y rabia que es una combinación perfecta para sentar el culo y hacer algo que haga temblar las patas de mi cama, no, si al final le tendré que darle las gracias.
Me subo al ascensor y alguien sujeta la puerta para subirse, es una chica que me saluda cordialmente, hago lo mismo, es de mi estatura, morena y blanca nuclear de piel, los dos estamos desenredando los cascos para escuchar música y nos sonreímos ante tal acto de complicidad, nunca fui muy bueno hablando con las chicas, siempre parezco un bicho raro cuando lo intento, se me ve el nerviosismo desde la otra punta de la galaxia y la otra persona se suele sentir incómoda o simplemente le parece gracioso pero ya está, no se me da bien esto, en eso estamos todos de acuerdo, pero irradia algo que no puedo explicar, es como si fuera algo magnético, es como si sintiera que ella está pensando lo mismo que yo y viceversa, o eso quiero creer, mi mente se pone a trabajar con las palabras que debo decir, sueño que se las digo y que aunque parezca algo torpe y nervioso eso a ella le gusta, no solo le hace gracia, le gusta, se presentan y en ese pequeño viaje de ascensor y en el camino hacía el portal conversamos sobre cosas absurdas de forma muy seria, casualmente vamos por el mismo camino por la calle y seguimos hablando y hay un bar y beben cerveza y vino y salimos a bailar y ella baila de una forma que a mí me chifla porque no sigue ninguna pauta, no hay postureo, simplemente se deja llevar sin importar que piensen, eso a mí me encanta, el mundo es tan falso, tan de papel de plástico, que me emociona conocer alguien así, alguien que vea el mundo como yo, empezamos a vernos diariamente casi, nos besamos, lo hacemos a todas horas, no puedo quitar mis manos y mi boca de ella, a veces me duele mi sexo de echar de menos estar dentro de ella, empezamos a salir, conoce a mis amigos, yo conozco a los suyos, nos encanta formar parte de la vida del otro, todo fluye, con nosotros todo es fácil y divertido, sabemos solventar las crisis hablando, sabemos romper las rutinas, sabemos no depender del otro para absolutamente todo, nos apoyamos en todo, yo admiro su devoción por su trabajo y ella apoya mis sueños y me motiva como nadie nunca hizo en conseguirlos, viajamos, follamos, reímos, nos apoyamos, nos hacemos crecer, nos entendemos, miramos la vida de la misma forma, aunque nadie nos entienda, el mundo está en nuestra contra y nosotros luchamos juntos, y eso es lo que importa.
Despierto y ella se despide al salir del ascensor, yo voy un poco detrás agarrotado por los nervios pero sale por la puerta y no mira atrás, joder, y tampoco hemos hablado de quien se queda con los discos.
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