En un post anterior, hablábamos de cómo evitar las discusiones utilizando el lenguaje del yo (ver el post) y recordaréis que os explicábamos cómo, por ejemplo, en lugar de recriminar a nuestra pareja diciéndole “siempre dejas todo patas arriba, no haces nada en casa, eres un desastre” era mejor utilizar esta otra fórmula “tenemos la casa hecha un desastre, tenemos que repartirnos las tareas de la casa porque yo con mi horario no puedo con todo”
Pues bien, dado que, efectivamente, las tareas de la casa suelen ser un motivo frecuente de discusión ya no sólo en la vida en pareja, sino siempre que convivimos con alguien, en el post de hoy os traemos tres pautas básicas sobre eso mismo: cómo repartirse las tareas de la casa
En primer lugar, es mejor repartir las tareas en función de la personalidad de cada uno. Por ejemplo, la tarea de salir a hacer la compra para el que sea más hábil controlando el presupuesto o al que le dé menos pereza salir, sobre todo cuando es necesario utilizar el coche.Otros ejemplos: ¿el mantenimiento del coche o las chapuzas de la casa? para el más manitas, aunque esto es obvio ¿no? ¿Las facturas, las gestiones administrativas? para el más ordenado ¿Planchar la ropa? para el más minucioso…En segundo lugar, obviamente también habrá que tener en cuenta el horario laboral o el lugar de trabajo habitual de cada uno. Si durante la semana uno de los dos ha de ausentarse del domicilio para ir a trabajar a otra ciudad, lo lógico será que lo compense realizando algunas tareas en casa durante el fin de semana.
Tercero, una vez repartidas las tareas, que cada uno tenga el control de lo que hace. Es decir, que cada uno tenga autonomía en el desempeño de la tarea pudiendo decidir cuándo y cómo llevarlo a cabo, aunque siempre dentro de un margen pactado previamente, claro.Así, por ejemplo, si ambos habéis acordado que él haga la colada, no procede que luego le eches en cara constantemente que no sabe poner una lavadora. Y por supuesto, él no podrá posponer la tarea hasta que en la casa no queden toallas limpias que usar...
Cuarto, este reparto de tareas puede irse perfeccionando con el tiempo, pero si finalmente las cosas no acaban por ir bien del todo, ten en cuenta que la buena convivencia siempre requiere de pequeñas renuncias. Pero ¡ojo! Fijaos que digo “pequeñas renuncias” ¿eh? Si una y otra vez tu pareja mezcla la ropa de color con la ropa blanca, dale las pautas sobre cómo hacerlo y ayúdale antes de apresurarte a decirle “deja, que ya lo hago yo”. Al fin y al cabo a todos nos ha pasado alguna vez ¿no?Y en cualquier caso, trata de relativizar las cosas dándoles la importancia justa: si tu pareja es, por regla general, un encanto ¿qué más da que de vez en cuando te estropee alguna pieza de ropa?
ilustración creada por Adarve Photocollage, retoque fotográfico
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