La ansiedad es algo con lo que la mayoría de personas tenemos que enfrentarnos a menudo. Tiene una gran influencia en nuestras vidas, disminuyendo nuestra salud y mermando nuestra calidad de vida. Esta respuesta psicofisiológica se dispara ante ciertos estímulos, aprender a identificarla es el primer paso para poder reducir su impacto en nuestra salud. En el presente artículo haremos un repaso sobre las señales características que informan que estás sufriendo de ansiedad.
Este tipo de respuesta que produce nuestro organismo ante ciertas circunstancias, es cada vez más habitual. Nos estamos acostumbrando a vivir con ansiedad, y lo peor de todo es que no somos conscientes de su repercusión en nuestras vidas. Esta alteración está presente en multitud de psicopatologías, y tiene una gran influencia destructiva sobre nuestro sistema inmunológico, contribuyendo por lo tanto al desarrollo de enfermedades autoinmunes.
A la respuesta de ansiedad contribuyen muchos factores, que son los que debemos de tener en cuenta para su prevención. El ritmo de vida que llevamos, las exigencias y el exceso de estímulos que tenemos que abordar cada día son disparadores continuos de ansiedad. Es importante reconocer cuando tenemos ansiedad, para de alguna manera intentar controlarla y disminuirla, antes de que la convirtamos en un hábito. Veamos a continuación cómo puedes saber si tienes ansiedad.
¿Qué es la ansiedad?
En primer lugar tenemos que saber qué es la ansiedad, en qué consiste esta respuesta de nuestro organismo, y cómo se produce.
Asociamos de inmediato la ansiedad con aspectos negativos, sin embargo, es importante saber que la ansiedad es una respuesta natural de nuestro organismo. Está presente en todas las personas, puesto que se trata, en principio, de una reacción adaptativa.
Actúa como una reacción de alarma a modo de supervivencia, para informarnos de algo que está ocurriendo y a lo que debemos prestar atención. Nos pone alerta ante situaciones de peligro o situaciones que son amenazantes para nosotros.
Implica una reacción de activación fisiológica, para que nuestro sistema nervioso autónomo y sistema nervioso motor nos indique a través de ciertas señales que existe un peligro. Por eso es nuestro cuerpo el primero que nos aporta una gran información acerca de cómo nos encontramos. Nuestro cuerpo habla, aprender a escucharlo nos pueda dar mucha información relevante sobre nosotros mismos.
La ansiedad, generalmente, la vivimos como una experiencia desagradable, suele aparecer de una manera intensa ante la situación que vivimos y poco a poco va disminuyendo, bajo condiciones normales. ¿Cuándo nos perjudica realmente? La respuesta de ansiedad nos perjudica cuando aumenta su intensidad y se convierte en una sobreactivación que se mantiene en el tiempo, así es como aparece también el estrés crónico.
¿Cómo funciona la ansiedad?
La ansiedad, en su aspecto de respuesta adaptativa, simplemente activa nuestro organismo para que atendamos de una forma activa al reto que se presenta ante nosotros. Un examen, una entrevista de trabajo, una prueba deportiva, una cita, etc. Existen muchas situaciones en las que la respuesta de ansiedad es necesaria, ya que gracias a ella generemos los recursos suficientes que son los que nos permiten enfrentarnos a la situación relevante que se nos presenta.
Pero claro, esta respuesta tiene también su parte desadaptativa, que tiene que ver con la forma que tenemos de pensar, atendernos, cuidarnos y de percibir el mundo que nos rodea. Sabemos que no hay mayor enemigo que nosotros mismos, y lo que en principio es una respuesta adaptativa, podemos convertirlo en una sobreactivación que nos perjudica gravemente.
Nuestro modo de vivir genera hábitos muy poco saludables. Estamos tan inmersos siempre en otras tareas que nos olvidamos incluso de nosotros mismos. Al desatendernos estamos dejando de escuchar a nuestro cuerpo y a lo que necesitamos. El descanso, dormir bien, alimentarse de forma adecuada y hacer ejercicio físico es algo que, aunque sabemos que es importante y necesario, damos prioridad a otras cuestiones más urgentes para nosotros.
Esta falta de atención, es muchas veces la respuesta de alarma que da nuestro organismo que se manifiesta a través de la ansiedad, para alertarnos de que no estamos dando prioridad a nuestra salud. ¿Crees realmente que con un ansiolítico vas a solucionar esta cuestión? Además, mantenemos esta respuesta y la cronificamos gracias a que intentamos tapar aquello que es lo fundamental, que es lo que nos está generando malestar. Tapamos la respuesta de alarma sin dar solución a lo que la está produciendo…
La ansiedad es así como finalmente se instala en nuestras vidas, cuando no estamos atendiéndola adecuadamente. Las respuestas de nuestro sistema nervioso autónomo se descontrolan, generando un aumento de la tasa cardíaca, dificultades respiratorias y una sudoración excesiva. Esta respuesta a su vez, si no estamos informados de lo que es la ansiedad, puede producirnos miedo e incluso pánico. Esto hace que se incremente aún más las respuestas fisiológicas, lo que acaba en una reacción circular. En el que difícilmente vamos a salir de ahí sin ayuda médica.
¿Se produce la ansiedad de igual manera en todas las personas?
Esta respuesta de ansiedad de la que hemos hablado, que se comporta de una forma desadaptativa, su intensidad no es igual para todas las personas. La intensidad de esta repuesta está asociada también a la personalidad, el modo de pensar y el temperamento de cada individuo.
Sabemos que ante una misma situación distintas personas reaccionarán y la percibirán de un modo diferente. Hay personas que tienden más a preocuparse o a dar respuestas con una mayor sobreactivación. Otras en cambio son más racionales y se perciben con más recursos a la hora de enfrentar sus dificultades.
En definitiva, podríamos decir que no todas las personas tienden a generar respuestas de ansiedad elevadas. Las respuestas fisiológicas que se producen en un individuo y otro son diferentes. También, los problemas y las preocupaciones cotidianas, que son las que tienden a incrementar las respuestas fisiológicas en general; se perciben de una forma diferente dependiendo de cada persona.
Pero, ¿cómo saber si estás sufriendo de ansiedad, si a ti te está afectando en tu día a día o no? Veamos cuales son las características principales a las que debes atender para saber si estás sufriendo de ansiedad:
Movimientos corporales repetitivos y constantes
Esta es una señal fácilmente visible, sobre todo para los demás. Es una clara conducta que indica que estás pasando por un estado de nerviosismo. Cuando los movimientos son constantes y de forma inconsciente: como tocarse el pelo, ir de un lado para otro, movimientos repetitivos con las piernas o las manos, etc. En estos casos puede que la ansiedad esté manifestándose y la agitación corporal es uno de los síntomas.
Últimamente no puedes relajarte
Estar con ansiedad es el estado contrario a estar relajado, si estás pasando por una crisis de ansiedad difícilmente podrás relajarte. Puedes comprobarlo si habitualmente lo intentas pero no duras mucho tiempo relajado. Este es uno de los síntomas más comunes de la ansiedad, que se manifiesta en dolores musculares, falta de atención y fatiga.
No poder relajarte implica no conciliar bien el sueño, no descansar adecuadamente y permanecer en un estado de alteración en el que acabas agotado tanto física como mentalmente. Bajo estas circunstancias es muy recomendable el deporte, el yoga o incluso el tai chí, ya que son prácticas que te ayudan a concentrarte y a eliminar las tensiones que tienes acumuladas.
Si estás más irritable de lo habitual
El estado de ansiedad se manifiesta también a través de tu carácter. Si te encuentras en un estado de alerta en el que a la más mínima que te digan saltas defendiéndote o acusando, seguramente la ansiedad se haya apoderado de ti. En este estado aumentan los disgustos, el enfado y los conflictos debido a que te encuentras de peor humor y eso influye en todas tus relaciones personales.
Algo que se suele hacer en estos casos para contrarrestar este estado de irritabilidad es la risoterapia. Esta terapia se utiliza para que descargues todo tu malestar, agresividad e ira, para que aprendas, además, a ver las cosas de otro modo relajando tu cuerpo y soltando así tu mala energía.
Te agobias por los planes a medio y largo plazo
Si estás pasando por un estado de ansiedad, fácilmente podrás comprobar que cuando fijas una fecha para realizar alguna actividad, quedar con alguien, situaciones como una entrevista de trabajo, un examen, etc. Si todas estas situaciones consiguen que estés ansioso con mucho tiempo de antelación y te producen agobio, seguramente sea por el estado en el que te encuentras de ansiedad.
Cuando la ansiedad aparece intentas adelantarte a los planes y a las situaciones. La anticipación del futuro es una de las condiciones más evidentes con las que se manifiesta la ansiedad. Puesto que te impide vivir el presente, el momento que está aconteciendo en tu vida.
Cuando tu preocupación por las cosas es excesiva
Esta es otra de las características de la ansiedad, la preocupación excesiva ante las situaciones que estás viviendo. Cuando te encuentras con una mayor alerta también amplificas tu percepción de las cosas, y esto te lleva irremediablemente a considerar muchas situaciones como peligrosas.
Esto da lugar también a que los pensamientos se vuelvan más recurrentes y acabes imaginando muchas cosas que nada tienen que ver con la realidad. Cualquier circunstancia ya sea favorable o desfavorable se convierte en un problema, así difícilmente podrás encontrarte en paz y en calma.
Prácticas como la meditación y el mindfulness te pueden ayudar a calmar tu mente, a concéntrate en lo verdaderamente importante y a que puedas controlar esos pensamientos que te generan una mayor ansiedad.
Síntomas físicos de la ansiedad
Anteriormente hemos hecho un repaso por los síntomas conductuales y psicológicos más evidentes a cuando te encuentras en un estado de ansiedad. Para saber si tienes ansiedad, puedes comprobarlo a través de las indicaciones que te hemos dado, pero también existen unas señales a nivel físiológico que es importante que observes. La ansiedad dispara este tipo de síntomas físicos en tu organismo, tal y como indica la organización mundial de la salud (OMS):
- Fatiga
- Tensión ocular
- Tensión muscular
- Mareos
- Cefaleas
- Temblores
- Insomnio
- Vértigo
- Sequedad en la boca
- Molestias gastrointestinales
- Sudoración excesiva
- Agitación e inquietud psicomotriz
- Taquicardia y aumento de la presión arterial
Todas estas son algunas de las señales fisiológicas más características de la ansiedad. La gravedad de su diagnóstico depende de la duración y la intensidad de algunas de estas señales.
Como vemos, la ansiedad se puede producir en cualquier parte del cuerpo. Aunque se relaciona con un estado psicológico, sus manifestaciones físicas pueden ser muy evidentes. Muchas alteraciones y enfermedades psicosomáticas se producen por mantener este estado durante un lago periodo de tiempo con una alta intensidad. Por lo que es conveniente observar las señales de que estás sufriendo de ansiedad, para poder darle una solución cuanto antes. Vivir con ansiedad puede desembocar incluso trastornos psicológicos graves, como el trastorno obsesivo compulsivo, fobias específicas y crisis de ansiedad que pongan en peligro la propia vida.
Del mismo modo hay enfermedades ya instauradas que empeoran con los síntomas de la ansiedad como pueden ser: el asma, la alergia, dermatitis y diversas enfermedades de la piel, diabetes, hipertensión arterial, hipotiroidismo, migraña, glaucoma, infertilidad primaria, etc.
Estos síntomas físicos propios de la ansiedad son de gran relevancia, puesto que suponen un problema fundamental en la vida de cualquier persona. Actuar a tiempo es lo más conveniente tanto para prevenir como para resolver algún problema de salud ya instaurado. Ante estos síntomas es imprescindible acudir a un médico para que realice un tratamiento específico y sea quien recomiende si necesita también terapia psicológica. Dejar pasar una situación así desemboca habitualmente en una baja calidad de vida, escasa productividad laboral y difícil vida social y familiar.