Todos los niños acaban teniendo heridas a lo largo de su infancia, ya sean pequeños cortes, o desgarros. Sin duda, sus ganas de jugar y su actividad continua les convierten en candidatos perfectos para acabar haciéndose pequeñas lesiones, que hay que cuidar para evitar que se acaben infectando.
Cuando un niño tiene una herida abierta, por muy pequeña que sea, los padres deben ser conscientes de que puede infectarse fácilmente.
Esto sucede cuando algún microbio del ambiente consigue introducirse en ella, e impide su curación y cicatrización. Es muy frecuente que esto suceda cuando las heridas no son limpias, es decir, tienen los bordes rotos.
Los síntomas de infección
Para saber si la herida de un niño está infectada, tan solo hay que observar como evoluciona. Si en cualquier momento aparecen síntomas como dolor, enrojecimiento e hinchazón, lo primero que hay que pensar es que ha empezado el proceso de infección.
También es habitual que se produzcan secreciones, y que la lesión no acabe de mejorar, por mucho que se la trate. En los casos más extremos, puede aparecer pus, una sensación de fiebre local, y pinchazos o punzadas en la zona donde se localiza la herida.
Cómo curar una herida infectada
Aun más importante que saber como tratar la herida infectada de un niño, es intentar prevenir que se produzca la infección. Para ello, es importante mantener un buen cuidado de la lesión, y sobretodo, limpiarla periódicamente.
En el caso de que ya haya aparecido la infección, pero sea leve, una buena limpieza, con un arrastre correcto de la suciedad mediante el uso de una gasa, y la aplicación de un antiséptico potente serán más que suficientes para que se cure.
Si la infección de la herida es mucho más grave, es importante acudir tan pronto como sea posible a la visita de un médico, para que valore el mejor tratamiento imposible para el niño. Los síntomas que se deben valorar para ello son la aparición de dolor e hinchazón, de pus o mal olor, así como que la parte central de la herida se torne de color rojo oscuro.
Cómo curar una herida
Si un niño se ha hecho una pequeña herida, curarla no tiene por qué convertirse en ningún proceso complicado. Lo primero que hay que hacer es detener la posible hemorragia y limpiarla, para desinfectarla. Es muy útil usar para ello suero fisiológico y, luego, aplicar povidona yodada. Por último, se tapa con un apósito.
El proceso es realmente muy sencillo, pero debe tenerse en cuenta algunos detalles importantes, que pueden dificultar la curación de una herida. El ejemplo más claro es el uso de algodón para limpiarla. Es algo que se ha hecho toda la vida, pero que presenta un peligro: que deje algunos de sus hilillos adheridos a la superficie de la herida, lo que puede provocar dolor al intentar sacarlos e, incluso, una infección si no se perciben y, por lo tanto, no se retiran a tiempo.