Según consta, en 1787 el relojero Levi Hutchins ‑movido no solo por el ingenio, sino por los imperativos de su oficio-, añadió un mecanismo de apariencia trivial a la manecilla pequeña de su reloj que activaba una campanilla cuando llegaba a una hora determinada: mientras sus coetáneos se levantaban con la salida del sol, el