Un estudio postmortem no consiste sólo en abrir, mirar y cerrar. Es un estudio más completo de los órganos por sí mismos y por su relación con los vecinos. Voy a tratar de ser poco explícito en detalles, pero comprendo que haya a quien le puedan resultar desagradables ciertas partes.
La autopsia clínica consta de dos partes principales: el estudio macroscópico y el microscópico.
El estudio macro se hace directamente sobre el paciente, poco después del fallecimiento. Consiste en un examen externo (peso, talla, complexión, color, cicatrices, heridas, alteraciones de la piel, marcas…) y un examen interno (abrir el cadáver).
Para el examen interno cuatro son las técnicas más extendidas:
- el examen in situ de Rokitansky (se mira cada órgano dentro del cuerpo, bastante usada por los patólogos forenses por su rapidez),
- la evisceración independiente de Virchow (órganos uno por uno),
- la evisceración en bloque de Le Tulle (la que yo practico, todos los órganos desde tiroides hasta genitales se extraen en un sólo bloque y luego se separan uno a uno sobre la mesa) y
- la evisceración en tres bloques de Gohn (cuello y tórax / abdomen / retroperitoneo).
Sí. Evisceración. Todos los órganos se sacan del cuerpo. Y no vuelven a él. Incluso en el estudio in situ se extraen aquellos órganos con hallazgos significativos.
Cada órgano se pesa y se corta en serie para buscar nódulos, hemorragias, necrosis o cualquier otra alteración. Rápidamente se guardan en formol, para evitar la descomposición de los tejidos. El cadáver se prepara para ser devuelto a los familiares de forma presentable y proceder al enterramiento.
Por esto decía que la autopsia no es un proceso rápido, y mucho menos «una prueba que van a realizar en seguida antes de que enterremos a mi madre», como pensaba un familiar (cuando se le explicó someramente lo que era la autopsia, revocó el consentimiento… la imaginaba como una resonancia).
Nuestro baremo es de 2-3h una autopsia infantil y 4-5h la de adulto, en función de lo evidente de la causa de muerte, cirugías previas, malformaciones, etc. No sé si es extrapolable a otros hospitales, porque la variabilidad entre personal que interviene es considerable. A nosotros nos ayudan mucho los celadores, pero hay sitios donde no tocan el cadáver y otros en los que extraen todos los órganos antes de la llegada del facultativo.
Es al acabar aquí cuando, si el médico que solicitó la autopsia no ha firmado todavía el certificado de defunción, nosotros mandamos un informe provisional para que tenga más datos con los que rellenarlo.
Unos días más tarde (el formol penetra en los tejidos a una velocidad aproximada de 1mm/hora si no hace mucho frío y la concentración es adecuada) se vuelven a examinar los órganos para valorar hallazgos que pudieran quedar evidentes tras la fijación y preparar las secciones que estudiar al microscopio.
En unas cápsulas especiales se introducen secciones de aproximadamente 2×1×0,5cm de las zonas llamativas y también del tejido sano del mismo órgano para comparar y establecer grado de afectación.
Esas cápsulas se someten a un proceso (maravillosas máquinas) de deshidratación con alcoholes de graduación creciente, inclusión en parafina caliente, cortado (maravilloso personal técnico de laboratorio) y colocado en los típicos cristales para que pueda ser rehidratado, teñido (hematoxilina/eosina – violeta/rosado) y nuevamente deshidratado para que se conserve mejor.
Con los cristales en la mano, empieza el estudio micro. Órgano por órgano se estudia sistemáticamente la arquitectura de los tejidos para confirmar los hallazgos macro y para descubrir aquello que se nos escapa a la vista por su tamaño.
Por ejemplo, un infarto antiguo se ve como un parche delgado blanquecino en lo que debería ser un consistente músculo rojo, pero si ocurrió pocas horas antes de la muerte hay que buscar al microscopio la rotura de las células cardíacas, la infiltración por leucocitos, los primeros depósitos de fibrina…
Al acabar con los cristales hay un momento de reflexión y búsqueda bibliográfica. Comprobar si lo encontrado es capaz de explicar la muerte. En la gran mayoría de las ocasiones así es, pero en algunas ocasiones se cierran autopsias “en blanco”, en las que los hallazgos postmortem no son capaces de explicar la muerte.
Otro ejemplo: en caso de alteraciones eléctricas del corazón. Si el sujeto fallece por una fibrilación ventricular (el corazón late desordenadamente y no es capaz de empujar la sangre hacia el cuerpo) es muy difícil demostrarlo en la autopsia, puesto que el corazón ha dejado de moverse y la falta de oxígeno tan súbita que no da tiempo a que aparezcan expresiones del daño en los tejidos.
La autopsia se cierra con el envío del informe definitivo, generalmente entre las tres y las nueve semanas tras el fallecimiento, según la patología a estudiar y la carga de trabajo del servicio de Anatomía patológica.