Revista Medio Ambiente
Parece que últimamente es imposible abrir el periódico y no encontrarse con una noticia nefasta para el medio ambiente asturiano. Mas aun, resulta completamente imposible encontrarse con una noticia que trate sobre el medio ambiente asturiano que no sea nefasta.
Hoy aparece en la prensa regional una noticia inquietante que vuelve a dejar claro el interés de nuestros gobernantes por el medio ambiente: el Principau d'Asturies ha respaldado un proyecto que contempla la exportación de osos pardos cantábricos al Pirineo. No hay que olvidar que el oso pardo es una especie en peligro de extinción y que aunque ha experimentado cierta recuperación en los últimos años, la población oriental sigue en peligro crítico.
Los planes de recuperación de especies amenazadas que se han llevado a cabo en Asturies, tanto por el gobierno actual como por los precedentes, se han centrado básicamente en la cría en cautividad y en la reintroducción y refuerzo de poblaciones, pero han obviado la parte mas importante e imprescindible, la protección del hábitat donde habitan esas especies. Otra de las líneas maestras de la política ambiental asturiana ha sido la creación de cercados, minizoos y centros de exhibición de animales cautivos, en un afán por embotellar la naturaleza y encerrar a la fauna salvaje, y si estorba o molesta demasiado se les elimina, como se está haciendo con los lobos o los cormoranes grandes.
Ahora les ha tocado a los osos. Los hace pocos años intocables plantígrados empiezan a cruzarse en la vida de los humanos, empieza a haber daños en colmenas y frutales y parece que a algunos les empiezan a estorbar. El proyecto que ha sido respaldado por Asturies pretende enviar algunos de esos animales "sobrantes" al Pirineo, un lugar donde la población local no los quiere y donde han sido matados furtivamente varios de los ejemplares eslovenos que se han reintroducido en los últimos años.
Los osos se van a convertir en moneda de cambio, quizás los cambien por quebrantahuesos pirenaicos, después de que Aragón haya decidido no ceder mas aves para el proyecto de reintroducción en los Picos de Europa.
Hace menos de una semana he tenido un hijo, sin duda lo más bonito que me ha pasado en mi vida. Siempre había pensado en que si llegaba ese momento, cuando creciera me gustaría llevarlo de monte conmigo, que le temblaran las piernas al ver osos libres por el ocular del telescopio, que contemplara el otoño en un hayedo, que pudiera entrar en una colonia de cormoranes moñudos y sentirse como David Attemborough, que viera bailar a los estorninos al atardecer o a los salmones remontando las cascadas del Dobra.
Mucho me temo que cuando crezca sólo le podré enseñar las fotos que hice y contarle mis batallitas como si fueran un cuento de los hermanos Grimm. Y me preguntará que donde están todos esos bichos, que porqué el bosque no se vuelve rojo y amarillo en octubre y que si los salmones son esa cosa roja que hay en las bandejas del Mercadona. Y ya no sabré que decirle porque quizás yo mismo ya me habré olvidado.
Pero una cosa es segura, a todos estos políticos de pacotilla y gestores corruptos e ignorantes no se lo perdonaré nunca.