Desde una perspectiva geopolítica y socioeconómica, el final de la Segunda Guerra Mundial marcó el inicio de una nueva era en la que la comunidad internacional del bloque capitalista mostró una gran resolución a la hora de trabajar codo con codo para recuperar la economía internacional de mercado.
Esto quedó patente mediante las instituciones internacionales que fueron desarrollándose durante el periodo de 1944 a 1947, con objetivos claros de reconstruir Europa, eliminar las barreras al comercio y garantizar una cierta estabilidad en materia de tipos de cambio de divisas. Estas iniciativas tuvieron diversos grados de éxito, pero todas ellas fueron eficaces a la hora de consolidar una cierta confianza en el sistema de mercado, frente al incipiente expansionismo comunista oriental.
Ya durante la Segunda Guerra Mundial se habían celebrado negociaciones entre Gran Bretaña y EE. UU. en materia económica. El resultado más inmediato fue la firma del Mutual Aid Agreement (Acuerdo de Asistencia Mutua) de 1941, que se centró en acuerdos de préstamos financieros y en el intercambio de ideas sobre cómo colaborarían las naciones una vez que la paz fuese restaurada, de cara a construir una economía que funcionase de la mejor manera posible.
En abril de 1944, delegados de 44 naciones se reunieron en Bretton Woods (New Hampshire, EE. UU.), para dibujar políticas económicas encaminadas a conseguir una consolidación económica de posguerra. Fruto de dichas reuniones nacería el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BIRD (Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento).
El objetivo de las reuniones de los delegados de las economías mundiales punteras de la época era facilitar una política monetaria de estabilidad mediante la fijación de tasas de cambio respaldadas por el oro o por el dólar.
También se buscaba acordar préstamos para reconstruir Europa tras el fin de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, desarrollar iniciativas de estímulo encaminadas al crecimiento económico de los países destruidos. Nacía así lo que actualmente se conoce como "Sistema de Bretton Woods".
En 1947, ya con la Segunda Guerra Mundial terminada y con la victoria aliada, se desarrollaron otras dos instituciones para estimular el comercio y las inversiones internacionales: el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) y el ERA (conocido popularmente como Plan Marshall). Veintitrés naciones se reunieron en Ginebra (Suiza) para esbozar el GATT (desde 1995, la OMC (Organización Mundial del Comercio)) y negociar la reducción de aranceles en casi el 50 % de las mercancías sujetas a comercio mundial. En 1949, ya eran 34 las naciones firmantes del GATT (el equivalente al 80 % del comercio mundial).
El Plan Marshall, por su parte, destinó 13.000 millones de dólares a las regiones más arrasadas por la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ser un programa limitado a nivel de recursos, la ayuda fue bastante eficaz, ya que un 60 % de los fondos estaba destinado a productos primarios (alimentos y equipamiento industrial), lo que contribuyó a la productividad laboral y al nivel de inversiones, lográndose así la ansiada recuperación de la confianza de los consumidores.
El periodo entre 1950 y 1973, clasificado por muchos economistas como "los años dorados", fue bastante espectacular en Europa. La productividad laboral media se encuadró en un 4,5 % anual, mientras que el PIB real creció a un 4,8 % en los 16 países líderes de la OCDE.
Tan solo hicieron falta cuatro años para reconstruir Europa y para que el rendimiento económico del continente alcanzara el de EE. UU. tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Sin duda alguna, resultados sorprendentes, especialmente si consideramos lo siguiente: Francia, los Países Bajos y las potencias derrotadas del Eje tenían unos niveles de PIB a finales de la Segunda Guerra Mundial parecidos a los de finales del siglo XIX; habían muerto 40 millones de europeos en la guerra o por culpa del hambre; y la destrucción de capitales había sido mucho más profunda que la padecida en la Primera Guerra Mundial.
Lo cierto es que la presencia de una gran determinación en la comunidad internacional capitalista y la formación de instituciones internacionales orientadas al refuerzo de los procesos de mercado desempeñaron un rol importante en la recuperación económica tras la Segunda Guerra Mundial.
Ahora bien, el FMI, por ejemplo, fue bastante inútil en sus primeros años de andadura debido a que las crisis económicas existentes en las diferentes economías nacionales impedían que esta organización supranacional pudiese fijar tasas de cambio ventajosas frente al oro o al dólar.
Los éxitos cosechados por el GATT también en su periodo inicial fueron limitados. Tras 1949, en 5 años no se volvieron a reunir las naciones firmantes en parte debido a discrepancias estadounidenses sobre el hecho de que se consideraba que Europa estaba obteniendo más beneficios que EE. UU. de la firma de estos acuerdos.
En resumidas cuentas, la reconstrucción financiera de Europa se produjo rápidamente tras la Segunda Guerra Mundial y marcó el inicio de una época dorada en el Viejo Continente.
Este periodo de rápido crecimiento y productividad es atribuible, en parte, a la formación de instituciones supranacionales centradas en la búsqueda de una estabilidad monetaria y en políticas comerciales aperturistas a nivel mundial.
Los altos niveles de inversión, la baja tasa de desempleo y el bajo nivel de inflación, debido a la aplicación de políticas keynesianas por parte de estos organismos internacionales también jugaron un papel significativo en la recuperación económica de las economías del bloque capitalista de posguerra.