La intolerancia al gluten se ha convertido en los últimos tiempos en una dolencia muy común entre las personas. Años atrás no estaba tan a la orden del día debido al desconocimiento en el problema y que muchos de sus síntomas tienen patrones en común con otras enfermedades, lo que llevaba a un diagnóstico erróneo. Es por eso la mayoría no es consciente de que es celíaco debido a que consideran que tienen algo diferente.
La celiaquía puede manifestarse en cualquier etapa de la vida humana, desde que somos niños hasta en una madurez avanzada. Además es común que pueda traspasarse de padres a hijos, por lo que si alguien manifiesta esta intolerancia y tiene descendencia, existen probabilidades de que también llegue a desarrollarse en ella. Los síntomas pueden variar dependiendo de la edad pero hay unos signos comunes. El primero de ellos es la aparición de diarrea tras la ingesta del alimento, debido a que el organismo no es capaz de digerir el gluten de manera adecuada.
Otro punto en común de una persona celíaca es la sensación de malestar en la zona de la barriga, con el vientre siempre hinchado, con posible inflamación que genera una situación bastante incómoda mientras se produce el proceso digestivo. Debido a que el cuerpo no puede realizar la digestión de forma adecuada se tiende a la pérdida de peso o sufrir anemia. También es habitual la aparición de cambios de humor en la persona que lo sufre, debido a las constantes molestias que se desarrollan. En los niños puede manifestarse también en problemas de hiperactividad.
Cuando los más pequeños presentan intolerancia al gluten pueden acortar su crecimiento debido a que el cuerpo no se está desarrollando de la forma adecuada. De ahí que no tengan la estatura habitual para su edad o que lleguen a la pubertad con retraso. En las niñas celíacas pueden aparecer trastornos hormonales y no tener la regla por primera vez. Las mujeres adultas pueden verse afectadas con la llegada de una menopausia precoz así como problemas de abortos o infertilidad.