(Bianca Jagger)
Empiezas a escribir.
Un día, intentando buscar ropa interior anti-Bridget Jones, apareció ante mis ojos un pantalón blanco de seda que haría palidecer a la mismísima Bianca. Solo tenía un inconveniente. Era un pijama.
Pero si Bianca había tenido valor para casarse con un traje pantalón blanco y un pamelón en St Tropez. Si había tenido valor incluso para casarse con Mick Jagger, ¿iba a ser yo menos? Ya lo había hecho una vez. Volvería a ser capaz de sacar el pantalón a la calle.
Unas sandalias bajas, una camiseta negra con encaje y un bolso que mi madre compró para una boda hace como medio siglo, conseguirían dar la vuelta a un pantalón de pijama. Bianca estaría orgullosa de mí.
No estoy en disposición de mentiros así que confieso. No conseguí salir del portal de casa vestida con mi pantalón de pijama blanco gangster. Pero Bianca también se divorció de Jagger nueve años después. Incluso tuvo que sobreponerse al correctísimo vestido de novia que eligió su hija Jade 4 décadas después. Y al correctísimo vestido de dama de honor que lucía Mick Jagger.
Las dos sabemos que lo que cuenta es la idea brillante, no cuánto dura. Y que ser transgresora ya no está de moda.