Revista Ebusiness

Cómo ser emocionalmente inteligentes

Por Motivia @universomotivia

 “Lo importante no es lo que se hace de  nosotros, sino lo que hacemos nosotros mismos con lo que nos hicieron”

 Jean Paul Sartre:

La psicología positiva es una rama de la psicología de reciente aparición que busca comprender los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas del ser humano, durante tanto tiempo ignoradas por la psicología. El objeto de este interés es aportar nuevos conocimientos para alcanzar mejor calidad de vida y bienestar.

Las emociones positivas resuelven problemas relacionados con el crecimiento personal y el desarrollo. Experimentar emociones positivas lleva a estados mentales y modos de comportamiento que de forma indirecta preparan al individuo para enfrentar con éxito dificultades y adversidades venideras (Fredrickson, 2001).

Uno de los ejemplos que la psicología positiva aborda son las vivencias relacionadas acontecimientos traumáticos, que son las situaciones que más transforman la vida de una persona. Es en escenarios extremos cuando los seres humanos tenemos la oportunidad de volver a construir nuestra forma de entender el mundo y la oportunidad de modificar creencias de manera que en esta reconstrucción nos facilite nuevos aprendizajes y un crecimiento personal.

Es lo que llamamos resiliencia, concepto que se sitúa en una corriente de psicología positiva y dinámica de fomento de la salud y el bienestar personal. Parece una realidad confirmada por el testimonio de muchísimas personas que, aun habiendo vivido una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados.

La pérdida de un trabajo o no encontrarlo se está convirtiendo en una situación dramática para muchas personas en nuestro país en el momento actual ¿puede ser esta circunstancia una oportunidad de crecimiento o desarrollo personal? ¿es ofensiva esta pregunta? Si la podemos formular ¿cómo podemos generar emociones positivas en una situación de pérdida e inseguridad personal y laboral cuando todo empuja a situarse en un estado de desánimo o frustración?

Cuatro son los estadios, por los que se suelen pasar cuando una persona se enfrenta a un acontecimiento desestabilizador como puede ser una situación de desempleo: Negación –> Ira –> Depresión –> Aceptación.  “Inteligencia emocional para desempleados”  dos niveles de actuación:

En un primer momento, cobra especial importancia en una circunstancia de estas características, el autoconocimiento, es decir: tomar conciencia del propio estado emocional, fruto de la situación; conocer los puntos fuertes, personales, y descubrir la forma de desarrollarlos.

Aprender a motivarse, implica trabajar sobre creencias irracionales y limitantes que fomentan la creación de emociones negativas que nos bloquean y potencian la distorsión de nosotros mismos y de la realidad.

Algunos ejemplos de estas ideas y sentimientos pueden ser:

Sentimiento de obligación: “tengo que encontrar un buen trabajo”, “tengo que formarme en X”. Queja: “nadie hace nada por mi”, “si por lo menos a alguien le interesara mi curriculum”…. “todo está muy mal y así no encontraré trabajo nunca”, “los puestos de trabajo están dados de antemano”. Miedo: “si no encuentro trabajo, mi estilo de vida se verá afectado”, “no lo resistiré”. Culpa: “soy el culpable de que mis hijos no puedan tener todo lo que me gustaría”, “cuando tuve trabajo, tenía que haber ahorrado”. Resentimiento: “Después de creer que gozaba del cariño de mi jefe, prescindió de mí, sin darme explicaciones”.

Comprender que uno vale por lo que “es”, no por lo que “hace”, o por el estatus social que le otorga un puesto de trabajo es una de las ideas principales que hay que establecer para prevenir el malestar de quien, al no trabajar, piensa que ya no es nada.

Ante una situación como el desempleo, que puede ser interpretada como un acontecimiento desestabilizador, la tentación es erigirse como víctima y quejarse. Lo difícil, pero quizá lo más útil, es responder o responsabilizarse de lo que “hay de uno” en la situación que le ha tocado vivir.

Ser emocionalmente inteligentes en circunstancias complejas y difíciles implica un cambio personal que comienza por el autoconocimiento y la liberación de creencias e ideas limitantes. Podríamos decir que la persona emocionalmente inteligente, lo es o no lo es, no tanto en función de a lo que se dedique, sino de su actitud ante los retos que se le plantean.

De gran ayuda para aprender a gestionar las emociones de los emprendedores os recomiendo los artículos de Juan López Sierras:Las emociones negativas del emprendedor: Manual práctico” y “La gestión de las emociones positivas del emprendedor”, publicados en su Web. De forma muy amena y práctica el autor nos da indicaciones de cómo aprender a gestionar las emociones negativas y positivas en el proceso de cambio como puede ser el de emprendimiento.

Ser emocionalmente inteligentes es “un arte en el que la persona se ha comprometido a extraer aprendizaje de cualquier dificultad que se le plantea. La consecuencia de todo ello es una serenidad interior que predispone a la acción proactiva, al pensamiento optimista, que es lo que más acerca a la conducta efectiva y al bienestar que nos merecemos.”

 


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