Ser un ambientalista en un país latinoamericano, donde la agenda publica, está abarrotada de problemas sociales sin resolver, es definitivamente un acto temerario, para no decir casi heroico. Aun así, donde aparentemente todo se ve en contra, replantearse la convivencia en este planeta está en manos de los ambientalistas.
A continuación, escribo estas líneas por si algún osado lector, decide considerar acompañarnos en esta cruzada, casi quijotesca, de aspirar a vivir en armonia, en paz y en la tranquilidad de saber que no le hacemos el mal a nadie, y en ese nadie. se incluyen las otras especies distintas a la humana.
Un ambientalista tiene como misión de vida re-imaginarse el mundo, entender y hacer entender que todas las especies que lo habitan tienen derecho a la vida, y aun en el último segundo o latido, tenazmente debemos defender. Aceptar la existencia del “otro”, es el primer compromiso. La cual debemos comprender y respetar. El “otro” puede ser una persona que piense distinto a nosotros, con diferentes religiones, credos y razas. Pero también, pueden ser las distintas especies animales, ecosistemas, habitas, y seres vivos que nos acompañan en la Tierra.
La causa ambientalista, incomprendida y muchas veces ridiculizada o subestimada, es un apostolado, una actitud misionera, que tiene como razón de ser, despertar conciencia, reflexión en el entorno, en nuestras comunidades, o donde se tenga posibilidades de interactuar con otras personas, para debatir sobre las múltiples dificultades que en materia ambiental hoy está padeciendo la ciudad, el estado, país o continente.
¿Y cómo podemos ayudar a despertar esa conciencia ambientalista?
El ejemplo individual es el primer paso. Y todo se remite en plantearnos ser mejores ciudadanos, mejores personas. Aprender a valorar, que aun en países como el nuestro, somos unos privilegiados, porque disponemos de agua potable, de algunos servicios inimaginables para muchas poblaciones en el mundo y esto que parece cotidiano, irrelevante, es un tesoro. Pero igual, que tengamos conciencia, que en esa bondad de poder acceder a esta sumatoria de consumos diarios de alimentos, combustibles, entre muchas otras cosas, se traducen a su vez en una gran producción de basura, emisión de gases a la atmosfera, aguas servidas que más allá de nuestras casas, se filtran a los acuíferos, ríos y mares, teniendo un impacto en el entorno. Entorno donde habitan también otras comunidades no humanas que se verán directamente afectadas, sino controlamos los sobre consumos.
Que aprendamos y expliquemos, que la naturaleza, tiene una red comunicante, que cualquier descontrol o deterioro ambiental hecho por nosotros en cualquier parte del planeta, océanos o continentes repercute, desde el Polo Norte hasta la Patagonia. Que el cambio climático, el recalentamiento global, la disminución de la capa de ozono, la contaminacion ambiental, ya dejaron de ser palabras o frases lejanas y que cada día se nos acercan o impactan más a nuestra cotidianidad.
¿Cómo activar en las causas ambientalistas?
Una manera de participar, de sentirnos útiles con nuestro esfuerzo, es la de motivarnos y motivar para organizarnos y ayudar a conformar voluntariados o grupos ambientalistas, brigadas ambientalistas escolares, liceístas, universitarias, comunitarias o ciudadanas y creativamente hacernos sentir. Hacer de cada uno de los problemas ambientales que nos rodean, una reflexion colectiva. Es una forma de empezar.