Revista Cultura y Ocio

Como si la rosa estuviera brillando sólo para ti

Publicado el 25 marzo 2013 por Pnyxis @Pnyxis

Como si la rosa estuviera brillando sólo para tiEsta Semana Santa me parece que voy a andar bastante escaso de tiempo. Sin embargo, siempre lo hay para compartir algún texto interesante. Este es un fragmento de La juguetería errante, de Edmund Crispin, uno de los primeros libros que comenté en el blog:
-Idiota-dijo-. Me interesa. Dígame por qué un poeta no tiene que ser un hombre que necesite hacerse un buen corte de pelo de vez en cuando.
-Porque… -empezó Cadogan, intentando calcular incómodamente la longitud de su pelo con la mano izquierda-, porque la poesía no es el resultado o la consecuencia de una personalidad. Me refiero a que existe independientemente de tu pensamiento, de tus costumbres, de tus sentimientos y de todo lo que configura tu persona.
La emoción poética es impersonal: los griegos estaban bastante en lo cierto cuando lo llamaron inspiración. Así pues, a lo que uno se parezca no importa dos malditos peniques. Lo único que importa es si tienes un buen aparato receptor para las ondas poéticas. La poesía es una anunciación. Viene y se va cuando le place. 

-Bueno, y cuando ocurre, ¿cómo es?
- En realidad, no puedo explicarlo exactamente porque yo no lo entiendo tampoco del todo, y espero no entenderlo jamás. Pero desde luego no es una cuestión de oh-qué-rosas-tan-bonitas o ay-qué-triste-me-siento-hoy. Si así fuera, habría cuarenta millones de poetas en Inglaterra en este momento.
Es más bien una curiosa sensación pasiva. Alguna gente dice que es como si notaras algo por primera vez, pero yo creo que es más bien como si ese algo en cuestión hubiera penetrado en ti por primera vez. Uno siente como si la rosa, o lo que sea, estuviera brillando para ti y solo para ti. Invariablemente, después del primer instante la frase brota en tu mente para describirlo; y cuando eso ocurre, se te ilumina la cara: toda tu personalidad sale como un torrente […]


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