Revista Opinión
Hay una cosa que me revienta y es esa costumbre tan arraigada en algunas personas de hablar sobre una, criticando la actitud o la vestimenta de una mientras una está de cuerpo presente y consciente, pero como si una no las escuchara.
Ignoro si será una costumbre española, mediterránea, latina, ibérica o global, pero lo que sí que está claro es que siempre se repite el mismo perfil: Mujer (no he hallado especímenes del género masculino) de mediana edad (me encanta este término, por lo indefinido, cualquier día seré una mujer de mediana edad y no me habré dado cuenta), resuelta y con suficiente vida a sus espaldas como para empezar a creerse por encima del bien y del mal.
Abundan en el metro, pero más aún en el autobús urbano y sobre todo en sus paradas. También te las encuentras con asiduidad en el súper y en el mercado. Aunque sin duda uno de sus entornos favoritos son las salas de espera... de la comisaria de policía, de la taquilla del polideportivo, de la secretaría del cole, del área de urgencias del hospital, y, sobre todo, de la consulta del médico de cabecera.
Estás tú tan a gusto, a tus cosas, a punto de bajar del autobús, y de repente escuchas una voz, en clara referencia a tu persona: "si es que claro espera hasta el último momento para bajarse del autobús, y como van con esos carritos tan grandes lo ocupan todo y es que está haciendo el tonto con el niño y no se entera ni de por donde va..."
¡Pero, señora: qué la estoy oyendo! ¿No os parece el colmo de la mala educación?