No me gusta hablar de cosas tristes, por eso creo que hasta el momento no he comentado nunca ninguna de esas estremecedoras noticias sobre niños maltratados, abusos a menores o padres asesinos que, por desgracia, suceden cada dos por tres. Hago una excepción hoy por habérmelo pedido Tiempos a través del correo electrónico del blog (y de paso os recuerdo que podeis sugerirme temas siempre que querais a través de formspring, del correo del blog, de la página de facebook o de twitter).
Es probable que ya haya llegado a vuestros oídos la noticia del niño asesinado por su propia madre porque le resultaba un estorbo para su nueva relación sentimental y que fue metido en una maleta, en la que ha permanecido dos años sin que nadie le hubiera echado en falta. Por si no habeis leido el relato, que es espeluznante, podeis hacerlo, por ejemplo, aquí.
En concreto, Tiempos me mandó este texto publicado el lunes en El Mundo, que ya os advierto que es difícil de leer sin llorar, aunque creo que merece la pena hacerlo para darse cuenta de la magnitud de la tragedia.
Como he comentado con Tiempos, lo que realmente me destroza es pensar que este niño, que tenía 10 años cuando le mataron, no se sintiera nunca querido. De padre desconocido, los últimos años los había pasado con sus abuelos hasta que estos decidieron mandarle de nuevo con su madre, sin saber que ese sería su final. A la madre no le venía bien convivir con su hijo porque a su actual pareja sentimental no le había comentado que lo tenía. Por eso se refería siempre al niño como su sobrino. ¿Alguien se puede imaginar qué puede sentir un niño de 10 años cuando se propia madre no sólo no quiere vivir con él sino que se niega a reconocerle como su hijo?. Se me ponen los pelos de punta.
Su madre lo mató ahogándolo en la bañera. Qué triste es que te mate tu propia madre, ser consciente con esa edad de que te está matando, a traición, después de haberte dado una vida tan perra. Pobre niño, pobrecito mío.
Y, una vez muerto, el colmo de los colmos, nadie le echó de menos, ¡en dos años!. Como bien dice la periodista del artículo, nadie necesitó llamarle por teléfono y que se pusiera, nadie pensó en coger un avión e ir a verle, ni sus propios abuelos, con los que había convivido. Una existencia borrada como si nunca hubiera exisistido.
¿Hacia donde se encamina esta sociedad donde un niño es ignorado, humillado y después asesinado y no pasa nada, nadie se conmueve?. Esto da asco, da rabia y, para qué negarlo, da mucho miedo. No quiero vivir cerca de gente así, que se pudran en la cárcel el resto de sus días.
César, siento muchísimo que tuvieras una vida tan triste. Espero que desde el cielo sepas que yo, aunque no te haya conocido, sí que te quiero. Seguro que somos muchos los que sentimos lo mismo. Espero que ahí arriba encuentres la alegría que no debiste tener en vida y que te llegue todo nuestro afecto.
Siento que la entrada de hoy haya salido tan triste, no podía ser de otra manera.