Mi madre dice que este tiempo es el peor, porque no sabes qué ponerte; y esto debe de ser una sabiduría popular transmitida -como otras cosas- vía gen femenino de madres a hijas (no me imagino yo a mi hermano preocupado por si ponerse manga corta y chaqueta o manga larga o sudadera o...).
A mí es que este tiempo de casi-otoño-pero-todavía-no no me molesta, la verdad. Como el frío lo llevo mal y el calor me sobra, tengo ya preparada la chaqueta azul fuera del armario... Pero hoy comprobaba en el parque -salieron tímidamente unos rayos de sol, y con ellos, los niños, como setitas- que mi madre es una sabia de la calle y a mis vecinas les pasa lo mismo. El problema, oiga, no es que hay que forrar los libros de los niños o que el mes de septiembre vino cargado de facturas. El problema es qué ponerse...
Esta mañana me unía a la fiebre enloquecida del final del verano, recolocando la ropa de Niña Pequeña estratégicamente, aireando aquellas camisetas de manga larga por si le valen aún, repartiendo pantalones, panas, sudaderas y el por si acaso de manga corta, que aún pueden venir días... Total: el armario lleno igual de ropa, pero en vez de en cajas, todo distribuido en los cajones, por si acaso.
Y nunca me gustó el por si acaso, como sí, pero todavía no. Indecisión constante que no deja claras las cosas ni avanzar...