Revista Empresa
Acabamos de aterrizar en el 2012, llenos de regalos para los más privilegiados y propósitos para este nuevo año cargados de esperanza para todos. Sin embargo, el impacto en datos económicos y sociales que recibimos de los medios hace que podamos sentir angustia ante un horizonte visto grisáceo porque la situación nos preocupa y nos da miedo la incerteza y tantos cambios sociales como empresariales. Parece ser que el estrés y la ansiedad son los males más nocivos de este tiempo. Algo tendremos que hacer para cuando se nos activen las alertas intrínsicas que nos lo puede producir, ¿no te parece?. En 2009 se realizó un estudio titulado “El estado de salud de la empresa en España”, realizado por la consultora Tatum e Interbank Network, en colaboración con Aedipe Cataluña y Mindvalue. Los 2.400 profesionales objeto del estudio señalaron como patología organizativa más presente el estrés, lo que indicaba que una parte de las personas que integraban las empresas interrogadas tenían distrés o estrés tóxico (el tipo de estrés que perdura en el tiempo sin periodos de relajación). ¿Crees que esta patología ha ido sanando a través del 2010-2011? La gran mayoría de las personas que están hoy en puestos ejecutivos siguen teniendo distrés y el problema radica en que no saben qué nivel tienen y lo que es más preocupante, no saben desde cuándo sufren esta situación. Está claro que cuando se mantiene un estrés tóxico durante un largo periodo de tiempo se produce el distrés crónico que desencadena no sólo una posibilidad alta de problemas médicos personales, también graves problemas organizacionales que cuestan mucho dinero a la empresa: inhibición del pensamiento, pérdida de creatividad y capacidad de buscar respuestas innovadoras, toma de decisiones equivocadas debido a que la capacidad de reflexión y razonamiento están bloqueadas, incapacidad de asumir nuevos proyectos, descenso considerable de la autoestima, entre muchos otros. ¿Cómo paliar esta situación en la empresa? No hay una respuesta única porque cada empresa es distinta, y aunque el mal es el mismo en la gran mayoría de empresas españolas, la manera de sanarlo debe ser diferente a tenor del estilo de liderazgo y gestión de cada una de ellas. Lo que sí puedo indicar es que para aprender a modular el nivel de estrés es fundamental la buena gestión del tiempo o mejor dicho una buena gestión de las actividades que la persona hace en su tiempo. Se debe aprender a priorizar, a hacer listas de tareas con fechas y objetivos específicos y a ser ordenados. El método GTD (getting things done) de David Allen basado en la productividad del tiempo resuelve el problema operativo de cómo mejorar el aprovechamiento el tiempo. Otro aspecto importante es el conocer porque puede llegarse a una situación laboral estresante habiendo incluso interiorizado la dinámica GTD y cómo puede ser que un ejecutivo siga una gestión inapropiada de su tiempo habiendo recibido más cursos de formación al uso. ¿Cómo podemos recuperar la productividad del ejecutivo y de su equipo para conseguir los resultados? Os invito a que inicieis procesos de coaching a los ejecutivos que se encuentran hoy en este cuadro de patología organizacional. El coaching individual permite esclarecer al coachee sus estados disonantes trabajados desde una visión holística, identificar cual es el verdadero bloqueo en su mente que le impide actuar con eficiencia. Puede parecer para muchos insólito este remedio pero os puedo asegurar que muchos ejecutivos coachees han saltado la barrera causante del problema donde han proyecto una disminución importante de su nivel de distrés. También es importante compartir tiempo y vivencias con amigos, seres queridos, distraerse y divertirse para disponer de un equilibrio emocional que permita poner distancia a los problemas. Es algo que también se profundiza en el proceso de coaching para explorar los orígenes del bloqueo que provocan el estrés. Cuando la persona se siente feliz, rinde más, es más creativa e innovadora y todo su potencial se convierte en talento creador, lleno de recursos para afrontar el liderazgo desde la serenidad y exigencia y así estar en el camino de conseguir los objetivos personales y los resultados empresariales sin apenas estrés y sin estresar a sus colaboradores.