La inseguridad y desconfianza que sentimos hacia nosotros mismos, nos impiden en muchas ocasiones llevar a cabo proyectos o acciones que son importantes para nosotros, o nos provocan un excesivo estrés a la hora de realizarlos. En cualquier caso, nos suelen dejar con sentimientos de tristeza, arrepentimiento o mediocridad.
Por debajo de esta inseguridad suele haber un miedo, bien sea a no ser lo suficiente bueno, a no tener suficiente, a estar solo… y con el fin de no enfrentarnos a esos miedos, lo que hacemos es intentar controlar las circunstancias externas y así crear el tan deseado sentimiento de seguridad.
De esta forma, buscamos la aprobación de los demás para convencernos de que lo que hemos hecho está bien, o de que lo hemos hecho bien. Nos esforzamos para tener más y más y así asegurarnos que nunca nos faltará, para conservar aquello que tenemos aunque sea obsoleto e innecesario, para agradar a la gente a nuestro alrededor y para mantener las cosas tal y como son.
Lo que no nos damos cuenta es que cuando ponemos nuestra seguridad en manos de aquello que no controlamos, como la opinión de los demás, la economía, etc., hacemos que ésta dependa de factores externos que siempre pueden cambiar, avivando así el sentimiento de inseguridad interno.
En un mundo en el que todo está en constante cambio, la seguridad interior tiene que venir de la confianza en uno mismo, de saber que nos vamos a adaptar sin problemas a la nueva situación, sea cual sea.
La respuesta entonces a ¿cómo superar la inseguridad? es,
- Confiando más en uno mismo y enfrentándonos a nuestros miedos.
Imaginemos una situación que activa uno de nuestros miedos, y por lo tanto nuestra desconfianza para poder resolver la situación con éxito. La ausencia de fe en nosotros mismos impide que accedamos a nuestro coraje, y como consecuencia, evitamos la situación y no nos enfrentamos a ella. Esta inacción nos lleva luego a sentir cobardía, arrepentimiento e incluso tristeza. Sentimientos que alimentan a su vez al miedo y a la desconfianza.
Para salir de este círculo que se retroalimenta la clave está en la ACCIÓN. Cuando ante un miedo, y los sentimientos incómodos que éste provoca, escogemos actuar y enfrentamos a él, la confianza en nosotros mismos crece, nos sentimos valientes, capaces y con fuerza para seguir enfrentándonos a ese y a otros retos. Cada vez que elegimos el riesgo nuestra confianza en nosotros mismos aumenta.
No es el éxito lo que nos da confianza, sino el saber que no nos quedaremos congelados ante ciertas circunstancias.
- Disminuyendo nuestras necesidades
En la economía actual se crean necesidades artificiales que la mantienen y la hacen crecer. Es importante ser conscientes de que esas no son necesidades vitales y que el tenerlas, aunque puede ofrecer una cierta satisfacción, no es necesario para vivir y mucho menos para ser feliz.
Además tendemos a acumular objetos materiales “por si acaso algún día los necesitamos”, que desgastan nuestra energía en mantenerlos, buscarles sitio…
Lo que nos hace libres de todo lo material, no es el poseerlo, sino el conocimiento de que no lo necesitamos, aunque eso no quita para que en ocasiones disfrutemos de ello.
- Manteniendo nuestra mente activa y abierta al cambio
Con el fin de ser buenos en algo y de hacerlo perfecto tendemos a especializarnos y cerrar nuestra mente a otras cosas que existen a nuestro alrededor. De esta forma cuando algo nuevo aparece en nuestras vidas tendemos a rechazarlo y a resistirnos a ello, no creemos que podamos aprender algo nuevo, o por lo menos no al mismo nivel de lo que hacíamos anteriormente, lo que representa un reto que nos incomoda.
Cuando no perseguimos la perfección y mantenemos nuestra mente activa con el aprendizaje continuo siempre tendremos la seguridad de poder adaptarnos a cualquier circunstancia. Cuando confiamos en nuestra capacidad de aprender es mucho más fácil aceptar y adaptarse a cualquier situación nueva que ocurra en nuestras vidas.
- Siendo siempre uno mismo
Cuando pretendemos ser alguien que no somos nos ponemos en una posición muy delicada en la que sentimos que en cualquier momento alguien se va a dar cuenta de cómo somos en realidad.
De ahí la importancia de mostrarnos siempre de forma auténtica y aceptarnos por quien somos, con nuestras fortalezas y debilidades.