Por Belén Gómez Pereira
Iniciar un negocio tiene muchas ventajas, como arrancar algo propio desde cero, ser tu propio jefe y tener la capacidad de crear un producto o servicio que las personas desean. Pero hay una parte ‘oscura’ del emprendimiento de la que poco se habla; y ésta es la carga emocional que significa dar este paso. Por un lado, está la desconfianza en uno mismo y los riesgos de destinar tu tiempo y dinero a un proyecto que no sabes si triunfará. Y por otro, la realidad de que es un camino muy solitario.
No importa que tengas un socio y varios empleados, o que tu familia y tus amigos te apoyen. Pasarás muchas noches en vela por tu cuenta y sólo tú comprenderás a la perfección los problemas a los que te enfrentas y los objetivos que trazaste y que parece no estás alcanzando. Finalmente, es tu responsabilidad si el negocio triunfa o fracasa. Y ese sentimiento es difícil que lo compartas con alguien.
Esta soledad puede afectar gravemente tu estado de ánimo, motivación y salud. Incluso, podría llevarte a la depresión y es probable que también conserves ese padecimiento para ti. Temes al ‘qué dirán’ o a que los demás consideren que has fracasado y que sepan que no eres del todo feliz con la decisión que tomaste y por la que abandonaste la seguridad financiera. Las preocupaciones de tu negocio y tus inseguridades las guardas en un cajón, porque piensas que eso es lo que un emprendedor exitoso hace.
Durante los primeros meses de tu startup lo más seguro es que te aísles para darle la estructura que deseas. Mientras la mayoría de tus amigos se reúnen a divertirse los fines de semana, constantemente tienes que cancelar tus planes para quedarte en la oficina. ¿Y qué decir de pareja? Tal vez hayas tenido que ‘pausar’ la relación para poder cumplir con tu sueño; si no, es casi seguro que se sienta ignorado(a) y extrañe tu atención. Hasta tu perro dejó de reconocerte y mover la cola cuando te ve; sabe que quizás estás muy cansado u ocupado como para sacarlo de paseo. Y no hablar del tiempo ‘para ti’; ya ni recuerdas qué significa eso.
A pesar de que es una situación común en los emprendedores, lo cierto es que pocos hacen algo por evitarlo y muchos menos hablan de ello. Pero no olvides que, especialmente en los primeros años, tu empresa es un reflejo de ti, y si no estás bien por dentro (y por fuera), lo más seguro es que tu compañía tampoco lo esté. No sólo lo hagas por tu bienestar, sino por el de tu negocio y de todos los que te rodean: deshazte cuanto antes de esta terrible sensación de soledad.
Lo primero que debes hacer es reconocer el problema. Únicamente al identificar tus pensamientos y emociones negativos podrás cambiar lo que no está bien. Lo siguiente, es crear una red de soporte. Ésta debe estar conformada por un grupo de personas en las que confíes, tanto a nivel personal como profesional.
Por ejemplo, puedes unirte a una incubadora o aceleradora. En estos programas, además de conseguir apoyo para crecer tu empresa, constantemente te verás rodeado por asesores a quienes puedes compartir tus problemas. Sin embargo, lo mejor de estar en un ambiente de este tipo es que interactuarás con otros emprendedores que se encuentran en la misma etapa que tú y con los que te puedes identificar, a la par que haces networking. Lo mismo ocurre con los grupos de soporte y los eventos como Startup Drinks y Fuckup Nights, que son perfectos para reunirte con gente que comprende este padecimiento.
Si estás trabajando desde tu casa, quizá esto no sea la mejor idea. Además de las posibles distracciones, esta situación puede contribuir a incrementar tus sentimientos de soledad. Una buena opción, especialmente al iniciar un negocio, es apostar por un espacio de co-working, o espacio de trabajo compartido. En estos lugares no sólo tendrás instalaciones para trabajar mejor, sino que también conocerás a otros emprendedores y profesionistas con los que intercambiar ideas e inquietudes.
Otro punto muy importante es encontrar buenos mentores que te den sus consejos. Todos los seres humanos (particularmente los emprendedores) necesitamos personas en quiénes confiar y a quiénes recurrir. Idealmente, ellos tienen una mayor experiencia y saben por lo que estás pasando, así que pueden ser los mejores consejeros. Crea una lista de quiénes son estos personajes y ten siempre a la mano su contacto. Es recomendable que desde el comienzo reúnas a una junta de consejo, conformada por expertos de distintas áreas que te ayuden a tener una mejor perspectiva sobre ti y sobre hacia dónde va tu negocio.
Por otro lado, es vital que cuides tu salud. Tu cuerpo será de los primeros en enterarse que algo no va bien contigo, lo que puede ocasionar problemas como insomnio, falta o exceso de apetito y hasta enfermedades crónico degenerativas en el largo plazo. Todos los días haz ejercicio y cuida tu alimentación, consumiendo productos que te nutran y den energía. Evita dejar de hacer cosas que te apasionan por la falta de tiempo; haz espacio cada semana (o cada día) para leer, hacer crucigramas, ir al cine o cualquiera que sea tu hobby.
También debes tener en cuenta que no en todo momento ni para todos eres un empresario. Al igual que en tu negocio tienes que usar varios sombreros para que funcione, lo mismo ocurre en tu vida social y personal. Cuando estés con tus hijos actúa como padre; cuando estés con tus amigos, hazlo como amigo y cuando pases tiempo con tu esposa o esposo, hazlo como su pareja.
El emprendimiento es un estilo de vida que muchas veces puede ser solitario. Pero en realidad no tiene por qué serlo. La clave está en que reconozcas que necesitas de personas que te entiendan y vayas ‘a la caza’ de ellas y mantengas el contacto. También eres humano y de vez en cuando requieres un hombro en el que llorar y escuchar palabras de aliento. Pero si el problema ya está afectando tu salud (física y/o mental) y desempeño, lo más recomendable es que busques ayuda profesional.
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