Revista Salud y Bienestar
(Recomiendo dejar esta música de fondo para acompañar la reflexión. Tómese su tiempo con cada pregunta del cuestionario, lo merecen.)
Las preguntas que planteamos en el cuestionario anexo son un interesante ejercicio. Permiten reflexionar sobre la propia muerte y de este modo revindicarla como algo personal. Si uno no hace suya su muerte está le es escamoteada. Otros decidirán por él.
Nuestra vida se reconoce por su muerte, sin ella no hay sentido posible como no hay música sin silencio.
Aprender a relacionarnos con ella desde mucho antes que acuda a nuestro día es la mejor manera de reconocerla y dejar de sentir pánico frente a algo que es íntimamente propio.
Hace falta una pedagogía de la muerte, una manera de enseñarla, un método para poder acercarse a ella sin un exceso de miedo ó emoción de difícil manejo. Nuestro entorno no nos lo facilita pero cada cual es capaz de conseguirlo si se atreve a mirar dentro. Hemos dejado atrás millones de células, hemos cambiado varias veces la totalidad de los átomos que nos conforman. Somos una levedad que avanza por el tiempo aprendiendo y descubriendo mundos. Saber que ese viaje necesariamente tiene un horizonte, una transmutación, nos aporta una información básica. No nos podemos permitir delegar la elección, en una vida no caben todas las posibles. Ser limitados nos obliga a elegir bien. Los besos que no damos, las músicas que no escuchamos, los paseos que no damos se perderán inevitablemente.
El arte y la poesía nos pueden ayudar. La naturaleza y la belleza que nos rodea también. La impermanencia es inherente al universo a la par que la insondable grandeza del tiempo y el espacio. Tal vez no lleguemos a las respuestas últimas pero al atrevernos a ir tejiendo preguntas la música que surja nos irá acompañando.