(Ni tú ni yo. No hablo ni de ti ni de mí. O sí. No te tomes esto como algo personal.)
Bueno, empecemos matizando que no creo que se tenga fuerza de voluntad. Lo de “fuerza” nos lo podríamos ahorrar.
La respuesta a cómo aumentar, mejorar, desarrollar la voluntad y capacidad de decisión gracias a la meditación es sencilla: meditando.
¿O acaso en último término meditar no representa el entrenamiento mental de la voluntad, de decidir, de escoger el camino que va a seguir tu atención y, por tanto, tú y tu propia vida?
Además, la elección en cuestión es bien simple. Cada vez que meditas y durante toda la meditación, el desafío al que se enfrenta tu mente es dar respuesta a una pregunta: ¿qué quieres hacer?. Y tú respondes o bien decidiendo morder el anzuelo de tus pensamientos o, como dice Tolle, olisquear su rastro como si fueras un chucho, o bien dejándolos pasar mientras sigues atento a tu respiración.
Así de fácil.
Entonces te sientas, centras tu atención en la respiración, aparece un pensamiento y debes tomar una decisión. En teoría tú quieres mantener tu atención en la respiración, así que lo decides y lo haces. Muy pronto aparece otro pensamiento y vuelves a enfrentarte a la misma pregunta: ¿qué quieres hacer?. Y así infinitas veces –de veras, infinitas– durante esos diez, quince o treinta minutos que permaneces meditando.
Cuanto más entrenes, cuanto más medites, cuanto más te enfrentes a este simple dilema y más bueno te hagas en mantener tu atención donde tú elijas conscientemente, más se desarrollará tu fuerza de voluntad, tu capacidad de decisión.
Esto es sólo mi opinión, que cambia constantemente. No me creas. Crea la tuya.
¿Este artículo te ha inspirado de alguna manera? Inspira a tu tribu y compártelo en Facebook, Google+ o Twitter. ¡Gracias!