07,00: Suena el despertador.
¿Dónde estoy? ¿Qué hora es? Uffff
¿Me levanto ya o remoloneo 5 minutos más? ¿Qué ropa me pongo hoy? ¿Café o cacao? ¿Pelo suelto o recogido? ¿Coche o transporte público? ¿Empiezo respondiendo mails o haciendo llamadas?
Y todo esto, antes de abrir un ojo por la mañana...
Imagina la cantidad de pequeñas microdecisiones que tomamos a lo largo del día, la gran mayoría intrascendentes, hasta que nos paramos a pensar en si lo son o no. Nuestro sistema sensorial, puede llegar a percibir más de 11 millones de bits de información por segundo, a pesar de que nuestro sistema cognitivo tan sólo puede asimilar 50 bits por segundo de manera consciente ( Zimmerman, M. (1989).
De ahí la necesidad de utilizar algún sistema de filtrado inconsciente que nos ayude a gestionar el ahorro innecesario que supone tener que analizar tal cantidad de información que implica tomar cerca de 35.000 decisiones diarias (Roy F. Baumeister, 1998). Baumeister y su equipo, acuñaron el término de agotamiento del ego, o agotamiento por toma de decisiones, a la circunstancia de tener una reserva limitada de autocontrol y razonamiento lógico para la toma de decisiones
Así mismo, el cerebro humano tarda unos 200 milisegundos en procesar y ser consciente de los datos que recibe, según la investigación internacional de 2019 sobre dinámicas cerebrales liderada por Gustavo Deco, director del Centro de Cognición y Cerebro de la Universidad Pompeu Fabra (UPF).
Según el estudio, los 200 milisegundos son el tiempo óptimo en que se transmiten los datos a través de las diferentes áreas cerebrales para hacer el procesamiento consciente de la información. Por otra parte, Huawei Consumer Business Group, publicó en 2017 un estudio sobre las tendencias europeas a la hora de tomar decisiones que desvela que sólo somos conscientes de un 0,26% de dicha cantidad (unas 92 decisiones conscientes).
Tras todos estos datos, me resulta incomprensible, o al menos poco prudente, la cantidad de mensajes dañinos e incoherentes que se lanzan en el día a día. Pero sobre manera, a través de los medios de comunicación y de los diferentes modelos de referencia que nos proponen.
Esos: "Puedes con todo".
Esos tips para hacer mil y un cosas en un día, o que ya debería de haber hecho antes de cumplir según qué década.
Esos listados interminables de rituales para llegar a todo, para aumentar la productividad (sinónimo de felicidad?).
Con datos y evidencias científicas que siguen en constante avance, cada vez se constata más el gran potencial de la mente humana pero también su limitación a la hora de llegar a todo. Se nos olvida que todas esas pautas y recomendaciones para ser o estar en el TOP recaen en la puesta en marcha de conductas evidentes, las cuales vienen guiadas por el sistema pensamiento-emoción-conducta. Con lo que...somos producto de lo que pensamos, o de lo que nos hacen pensar, pero no dejamos de ser nunca un cuerpo, un cerebro que se agota cuando lo sobre exponemos a una constante (sobre) estimulación.
El exceso de información, la cantidad inasumible de relaciones y contactos, la hiperconectividad, agotan el músculo cognitivo que mueve al resto del organismo.Lo primero que me gustaría que hicieses, es asumir tu limitación orgánica,, cognitiva: tu cerebro tiene una capacidad grande, pero limitada para comprender, asimilar y elaborar información.
Lo segundo, es que conseguirás hacer "cositas" interesantes con esa información teniendo en cuenta una serie de factores que solemos olvidar: tu estado de ánimo, la hora del día que es, tu nivel de estrés, tu cansancio, tus expectativas.
Con ello, llega la tercera premisa: y es que eres menos libre de lo que piensas a la hora de tomar decisiones. Eres producto de una serie de elementos físicos, sociales y psicológicos que hacen que tus decisiones tiendan a un lado de la balanza.
Khaneman, Piscólogo que recibió el Premio Nobel en 2002 por su aportación al proceso de toma de decisones, dice que tenemos 2 sistemas de pensamiento. El 1, más ágil, intuitivo, emocional y el 2, más racional, lento y exigente. El primero, se basa en datos intuitivos, inconscientes y emocionales, pero es rápido porque también se vale de sesgos cognitivos.
Estos atajos mentales, son maneras de ahorrarle a nuestro cerebro la constante necesidad de racionalizar y cuestionar nuestras decisiones, pero también nos pueden llevar a error si no los manejamos. De ahí la necesidad de conocer en detalle nuestras tendencias hacia el sesgo de confirmación, al del efecto halo, al de autoridad o al de descuento hiperbólico.
Como cada uno de ellos, implica un análisis y unas técnicas para mantenerlos a raya, si te apetece, te cuento cómo identificarlos y hacer uso de dichas técnicas para no caer en su trampa en otro post. O al menos, hacerlo de manera consciente.
Fuente: https://jessicabuelga.com/jessica/como-tomamos-decisiones-los-sesgos-cognitivos/